Diario de León

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El peaje de ser leonés

León

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Los peajes se ponen donde hacen falta, como las universidades y los bares. El peaje es un remedo del tributo que las clases dominantes colocaban junto a los empedrados de las ciudades y los poblachones para retratar al vulgo, a los campesinos, por el género que llevaban al mercado. Da igual el arco de entrada al recinto medieval y amurallado de la fortaleza que una barrera que sube y baja junto a la cabina; insert coin. El peaje es un bocado, una muesca, un trae acá, un mordisco, un desengaño; el pizzo con el que las organizaciones humanitarias de la bota de Italia pasan el cajón de las ánimas antes del ite missa est. Esto está así porque León llegó tarde y a trompicones al reparto de rayas del mapa colonial de la postverdad. Ocurrencia que ha derivado en ciudadanos de primera, segunda, tercera, cuarta y siguientes. Las tres primeras categorías están exentas de mordidas caprichosas; las que disuaden movimientos y liman voluntades, no sea que el desarrollo se escape del cajón de la miseria que nos reservó para las tres o cuatro próximas generaciones el engendro del 78, con aquel encaje que dejó este territorio a la altura de la antigua Rhodesia. Colocarle a los maragatos un peaje a la puerta de casa es una provocación perversa, criptonita en la cama de Supermán, un cepo al pie de los cazadores de pieles; una desconsideración monumental a la memoria de los antepasados que hicieron del comercio la piedra angular y el sustento social y económico de esta tierra. Así cambiaron el curso de la historia los políticos. Arrieros somos y en el peaje nos encontraremos. El canon en las autopistas leonesas no tiene nada de decisión inocente. Es una misión que cumple con creces. De qué, si no, iba a estar el Ministerio de Fomento dedicado hoy a empujar el tercer carril en los corredores del Pisuerga, por el estado autonómico del privilegio, mientras aprieta las tuercas en el Paso Honroso; o el Luna. Sin rubor. Deberían tenerlo en cuenta en los próximos programas electorales; ya que no se pone coto a la afrenta, al menos una explicación, una disculpa por la España de los remiendos. Si León no encaja con el resto, igual es que es puzzle y no una pieza. Se traga con la igualdad hasta que te das de bruces con un peaje.

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