Diario de León
Publicado por
antonio manilla
León

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Lo de la nanotecnología es algo que la sociedad española lo ha entendido sin necesidad de mayores explicaciones, acostumbrados como estamos a nanosueldos y a sobrevivir con una economía menguante, que en los últimos tiempos ha sido más bien yayoeconomía, pues se ha sustentado en las pensiones de los abuelos. Lo intergeneracional —se felicitan y nos felicitan por ello— ha funcionado, aunque fuera en un sentido único, como el AVE que aparca en el fondo de saco de la estación de León: los mayores adelgazaban los fondos de la cartilla para ayudar en casa, no con su sabiduría y experiencia sino con sus ahorros, mientras el paro y los empleos temporales hacían sus estragos entre la progenie hasta la segunda generación. La sólida estructura piramidal de nuestras familias, al parecer, ha sido mucho más útil a la supervivencia que las ayudas sociales.

Pero no hace falta ser un lince —hasta los políticos comienzan a verlo— para darse cuenta que ese colchón parental está en peligro. La red de seguridad monetaria que en esta crisis ha ofrecido arropo ante la tormenta a tantas familias se está deshilachando. No sólo por la proliferación de las residencias donde se arrumba a los ancianos, ese nicho de negocio que el capital ha visto en la tercera edad, sino también por esa nueva modalidad laboral, de cotización cero, a la que ningún gobierno ha sido capaz de poner coto pese a los incentivos: el contrato de desempleo indefinido que se firma a los cuarenta y cinco años. Nuestro mercado laboral, en estos momentos, es corto por las dos puntas: la ocupación de jóvenes y la de los que alcanzan ese tramo de edad que comienza alrededor del medio siglo. En un par de décadas, quizá no sean tantos los abuelos que puedan aportar auxilio no ya ante una crisis, sino en una simple zozobra.

En estos momentos, los gobernantes recomiendan planes de pensiones privadas y los sueldos públicos se están abonando a costa de esquilmar la hucha de las pensiones futuras, acaso contando con el diabólico cálculo de que a este paso no van a ser tantos los que alcancen el derecho a ellas. Ya puede declararse oficialmente muerto aquel lema del pasotismo ochentero: vivir de los padres hasta que se pueda vivir de los hijos. Y un aviso para navegantes optimistas: sin pensión unos y sin trabajo los otros, a ver quiénes hacen turismo.

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