Diario de León
León

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Tengo para mí que a pesar de lo que nos están repitiendo de manera reiterada una vez más hemos caído en la trampa de ETA. A estas alturas de siglo, la gran mayoría de los españoles hemos nacido cuando ya estaba el terrorismo activo. Mirar atrás puede parecer estéril pero quizás es necesario para comprobar cómo nos han tomado el pelo y cómo nos han toreado siempre con su dichoso ‘conflicto’ o como quieran llamarle, porque en todo este tiempo no han faltado los que han buscado réditos. Y lo que es peor, los han logrado. Lo de que ETA no ha conseguido nada suena bien, pero está bastante alejado de la realidad. Durante muchos años, y estos días de nuevo, ha marcado el ritmo de la política española y ha puesto balones para empujar a unos y otros cuando le interesaba para al final ser el epicentro de demasiadas cosas y generar una desunión que ha sido tan dañina.

En estos tiempos que vivimos el que maneja la agenda y el que escoge el lenguaje con el que se afrontan las cosas es el que tiene la sartén por el mango. Y ahí no hay color. Habría que preguntarse cómo habrían sido las cosas en el País Vasco sin terrorismo, si el PNV habría alcanzado tanta cuota de poder o si el desafío catalán hubiese llegado sin esa dichosa banda de asesinos y todo su aparataje.

Lo de ETA se parece en cierto modo a lo que nos están contando en la serie televisiva Fariña sobre las andanzas de los narcos gallegos, donde se coloca la cámara de manera que es difícil clarificar los bandos de buenos y malos. Siempre me ha parecido admirable la ética de los niños, que no saben de grises, como en el fondo ocurre con las pelis de Hollywood, donde desde el principio nos dejan claro quién es quién. Pero aquí nos encanta jugar a las dobles barajas y un repaso por la escasa creatividad literaria, cinematográfica y artística sobre ETA genera como mínimo arcadas. Es bueno tener presente que al final quien cambió las cosas con los terroristas fue la calle, como las madres de Fariña, que también se hartaron y plantaron cara al problema, forzando a los responsables a tomar cartas en el asunto y evidenciando la traición de los silencios y los ‘algo habrá hecho’. Pero parece cuestión de tiempo que volvamos a caer en la trampa etarra y empecemos el debate de amnistías y perdones.

Nuevas subidas y bajadas cual montaña rusa. Como lo de la Cultural o lo de Morano. Cuánto incienso cuando subieron. Y que frío al torcerse las cosas. Ahora tocan alabanzas... la permanencia está cerca.

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