Diario de León

CUERPO A TIERRA

Despensa y desarrollo

Publicado por
antonio manilla
León

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La naturaleza es más súbita y más súbdita de lo que imaginamos: animales y plantas están atados a su supervivencia de una manera absoluta, viven por y para el día que transcurre, con la «intención» —es un decir— de que no sea el último y exista otro amanecer mañana. El hombre, en cambio, conoce la esperanza, el cálculo, la aspiración. Planifica lo que aún no es y puede que no llegue a ser, capaz de vivir y sufrir en su cacumen lo que tal vez nunca ocurra y de revivir y disfrutar en su memoria lo que ya está ido. Hay un limes o frontera donde se entrecruzan a veces los cables y se tiene nostalgia de lo que nunca llegó a ocurrir, que no otra cosa es la melancolía, esa añoranza de unas vidas que nunca alcanzaron a materializarse, salvo en la imaginación, la literatura o el ensueño.

El pensamiento, y hasta el amor, tal vez surgieron a partir de la invención de la despensa, ese lugar oscuro y seco donde acumulamos para mañana lo que no podemos comernos hoy. Yo creo que no se ha señalado lo suficiente la importancia de la despensa en la evolución de la humanidad. Porque veo meridianamente que sin una alacena bien nutrida no habría surgido el tiempo libre, que es de donde nacen todas las abstracciones humanas, desde la paz a la filosofía. Uno no se imagina a un hombre o mujer atareados en la supervivencia, cazando mamuts o labrando la tierra, poniéndose a idear la rueda, los crucigramas o el aspirador. Ni tan siquiera cosas mucho más insignificantes, como el marketing o la poesía del silencio. No creo que se trate de una falla de mi imaginación, porque tampoco hoy en día el esforzado obrero o el controlado oficinista inventan mucho, al menos durante su jornada de trabajo.

Dando por sentado que la despensa permitió un desarrollo más completo de la abstracción humana, también cabe declararla culpable. Culpable de las vaguedades y borrones que hemos ido echando sobre el papel de la historia y de los abstractos mayores como la justicia, la utopía y la igualdad, que como todo el mundo sabe son vanas ilusiones. Aunque hoy en día los aparadores están mucho menos nutridos que antaño, porque hemos externalizado la despensa en los supermercados, todavía resulta imposible hasta escribir esta columna sin la seguridad de tener la próxima comida asegurada.

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