Diario de León
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c Alejandro Prieto escribe con el título ‘Sin trucos ni malabarismos’: «No me asusta ni veo como una amenaza que la mayor parte de los ministerios del Gobierno de la nación estén dirigidos por mujeres, pues pienso que lo esencial es la calidad y validez de las personas sin atender a prejuicios de género imbuidos desde la niñez. Aunque es entendible que sea motivo de desconcierto e incertidumbre en parte de la población, pues hemos crecido y sido educados bajo una atmósfera de valores sociales donde la mujer ha estado al margen o formado parte de manera minoritaria de los puestos de decisión e influencia en organismos e instituciones públicas y privadas. Preocupación, en realidad, es la que produce conocer los datos publicados hace unos días por la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, revelando que el 24,1% de las mujeres y el 32,6% de los hombres no juzgan como violación forzar sexualmente a la pareja. Queda tiempo para que la sociedad se libere de pensamientos y tradiciones discriminatorias por razón de sexo, sin embargo, parece existir un movimiento reivindicativo imparable en el terreno de la igualdad sin trucos ni malabarismo entre hombres y mujeres».

c Luis Alberto Rodríguez Arroyo se pregunta ‘¿Quiénes nos gobiernan?’: «Lo que hasta el viernes parecía ser una formación política consolidada —no exenta de lastres—, que podía acabar la legislatura una vez aprobados los Presupuestos, ahora resulta que es algo en reconstrucción, no se sabe muy bien desde dónde. Y lo que era un partido político con pingües resultados en las urnas, y con un líder aún por demostrar a alguno de los suyos que podía llegar lejos, ahora nombra ministros. Es indudable que nuestro país necesitaba un cambio de orientación política, pero duele pensar que entre nuestros candidatos esté más presente la fragilidad política y la inestabilidad, que proyectos consolidados, con programas realistas y a cuatro años vista. Ya llevamos años inmiscuidos en un ambiente de fragmentación parlamentaria absoluta, con representantes más cercanos a objetivos partidistas y personales, y con escasa enjundia futura. Quizá por ello hace bien Sánchez en —entre tanto desconcierto— tratar de hacerse con un Consejo de Ministros europeísta, de perfil técnico, y con guiños apaciguadores hacia nuestras principales amenazas. Que el tiempo y su gestión le den la razón».

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