Diario de León

TRIBUNA

Caja España, fin de trayecto

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Luis-Ángel Alonso Saravia exempleado de caja españa
León

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N unca había pensado que llegaríamos a esta situación. Sin embargo, hoy es una realidad la desaparición de Caja España, Caja Duero y Banco Ceiss que, como sucedáneo de aquellas, dio continuidad a su negocio financiero y recientemente ha sido absorbido por Unicaja Banco. Por otra parte, la Obra Social y el Monte de Piedad, que fueron transferidos para su gestión a la Fundación España-Duero, ésta ha decidido cambiar su denominación social por la de Fundación Obra Social de Castilla y León (Fundos), mientras que el Monte de Piedad ha hecho lo mismo al adoptar como nombre comercial el de Montetuit. Ahora ya no queda rastro de las marcas Caja España, Caja Duero y EspañaDuero, salvo el sentimiento de pertenencia que permanece muy interiorizado en empleados y clientes, y los letreros que cuelgan en fachadas, carteleras y cajeros de las sucursales, convirtiéndose en los mayores y mejores activos, impagados e impagables, para los intereses de Unicaja.

Desde las tres de la tarde del viernes 21 de septiembre y hasta el domingo 23, se procedió a ejecutar de forma definitiva la integración informática y operativa de Banco Ceiss en la plataforma tecnológica de Unicaja Banco para realizar la conversión de los números de cuentas, productos y servicios de EspañaDuero en sus correspondientes a Unicaja.

Era el último trámite corporativo y administrativo que materializaba el proceso de fusión y finiquitaba los restos de las cajas de ahorros de Castilla y León que gestores ineptos y políticos desalmados no supieron administrar ni conservar. Finalmente, el 25 de octubre, el Boletín Oficial del Estado publicaba la baja del Banco de Caja España de Inversiones, Salamanca y Soria, S.A. en el Registro de entidades de crédito del Banco de España.

Unicaja Banco, que el día 7 de septiembre había firmado la escritura de fusión por absorción y el 21 del mismo mes procedió a su inscripción en el Registro Mercantil para dar efectividad jurídica a la operación, insertaba el domingo 23 de septiembre, en diferentes medios de comunicación, publicidad en la que ya no aparecía la cabeza del toro de Caja España asentada en la ola de Caja Duero, siempre acompañadas de la denominación EspañaDuero a lomos de las palabras Grupo Unicaja. Era el logo que aún mantenía viva la presencia de las que hasta hace unos años fueron las cajas de ahorros más importantes de Castilla y León. No tenía sentido seguir publicitándose así. Ahora, porque no es de otra forma, y mal que nos pese, aparece solamente el logo de Unicaja Banco. ¡Qué lejos está Valladolid! Más lejos está Málaga y algunos tan contentos.

Hace dos años y medio escribíamos en este mismo diario un artículo en el que, bajo el título Menos lamentaciones, más memoria y más autocrítica , denunciábamos decisiones irresponsables de ciertos personajes que pronto comprometieron la viabilidad de un ilusionante proyecto de caja de ahorros de Castilla y León. Sería, como entonces señalábamos, el principio del fin de Caja España. No lo repetiremos.

El proceso de compra, primero, y absorción, finalmente, de Banco Ceiss por Unicaja Banco puede ser materia de estudio en las Facultades de Ciencias Económicas y Empresariales, además de ser tema para realizar una tesis doctoral. Es, tal vez, el mejor ejemplo de cómo se negocia la compra de una entidad financiera, por contraposición a cómo efectuó Caja España la adquisición de las oficinas del Banco de Fomento. Desde un primer acuerdo para crear un banco en el que la participación en su capital social se fijó en un 70% para Unicaja y un 30% para Ceiss, se llegó a un cuarto y último acuerdo en el que Unicaja Banco cerraba la compra de Banco Ceiss, convirtiéndolo en su filial y erigiéndose en el principal accionista con un 99,16% del capital social.

La fusión de Caja España y Caja Duero fue como el ensamblaje de dos trenes cuyas locomotoras, unidas en la cabecera de sus vagones, no pudieran arrastrarlos con la potencia y celeridad necesarias por falta de cualificados maquinistas e incompatibilidad técnica de ambas máquinas. Era un nuevo tren que, primero, se detendría en pleno viaje, y después retrocedería en su marcha, quedando en espera de que una tercera locomotora pudiera conducirle en su trayecto hacia un destino que hoy ya conocemos.

El 10 de febrero de 2013, abc.es publicaba un artículo de Vicente Ángel Pérez en el que decía, con acierto, que «por misterios inescrutables para el piadoso ahorrador, Caja España (…) apareció en el panorama bancario, y luego, Caja Duero, y luego, Banco Ceiss. Y ahora, la ruina… Caja España-Duero registra un agujero patrimonial de 288 millones. No tiene otro futuro que ser absorbida o quedar en manos del Estado».

El lamentable e incalificable final ha sido su absorción por Unicaja Banco. Personalmente fui partidario de la intervención de la entidad por el Banco de España, y ello por dos razones: porque era la manera de prescindir de un equipo directivo que demostraba día a día su incompetencia; y porque tenía la esperanza de que al situar al frente de la entidad a un gestor de primer nivel —¿Manuel Pizarro?— se resolverían, sin duda, sus problemas y, seguramente, no hubiéramos llegado a esta situación.

Un puñetazo encima de la mesa, enseñar la puerta de salida a políticos caciquiles y prescindir de gestores inútiles, debería haberlo hecho quien tenía autoridad y potestad para ello, pero se arrugó y prefirió delegar en un consejero a quien el encargo le vino demasiado grande.

Aquél debería mirárselo, no en uno, en dos espejos: en el de Bankia y en el de su propio partido, al que está ocasionando un gran perjuicio político por su deslealtad y falta de generosidad. Una retirada a tiempo siempre será una victoria.

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