Diario de León
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FUERA DE JUEGO cARLOS FRÁ
León

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Todas las crisis han sido aprovechadas por los ultras para desplegar los catálogos de bálsamos. Es verdad que siempre están alerta ante cualquier oportunidad, pero como ocurre con todas las semillas, la clave es que la tierra esté abonada y regada.

De los primeros tiempos de la reciente crisis nos quedan los ecos de aquel apocalíptico 15-M que incluso rompió el tradicional equilibrio de partidos de la democracia española con ese Podemos al que a estas alturas ya no le quedan restos del barniz con el que se presentó. Y no ha sido cuestión de chalés ni de millonarios affaires de Carmenas y Colaus a los afines y limítrofes. Es que como bien dice la sabiduría popular no se puede mentir siempre, ni a todos...

Y ahora emerge por el otro flanco lo mismo. Marinos de fortuna que dicen lo que muchos quieren oír, sin detenerse en ninguna frontera de realismo u honestidad. Pero la verdad es que se lo han puesto fácil. Sí, quienes se empeñan en deformar las cosas a diario generando una inquietud tal que más de uno duda si incurrirá en genocidio si un mal día come una ensalada y colabora con el veganismo ese que amenaza con desertizar los campos. O si se alcanza la categoría de cooperador necesario en un hipotético código penal soñado por algunos al incurrir en la hazaña de ir a un concierto en una plaza de toros, usar un mechero de gasolina o pasar ante una iglesia sin escupir.

Con todo ese caldo vertido sobre el mantel, quizá es entendible que no sean pocos los que busquen refugios y acaben metidos en la boca del lobo —a riesgo de que les dispare un ganadero...—.

Aunque quizás sólo estemos arcoirizando un espectro político que antes se concentraba como bipolar. Pero parece que a pesar de que se atomizan las siglas, cuando votan en parlamentos deciden en bloque y resulta que la suma de factores no altera para nada el mapa inicial. Alguno preguntará ‘tanto para qué’. Quizá hay mucho de fuego cruzado. Primero los voceros de un lado alentaron el foco en la acera ajena y ahora se intercambia la jugada con idénticos argumentos de tremendismo y extremismo. Dudo si es cuestión de prestidigitación verbal o hay algo de cierto en que la cosa se radicaliza. Es el juego de la palabra. Del calificativo. Lo de Huelva... un malnacido. El machismo es otra cosa. Parece lógico que arañe algún voto el que apoye que no vuelva a la calle para evitar su tercera aberración. La gente se harta...

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