Diario de León

cuarto creciente

El chico de Sundance

Ponferrada

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Se llamaba Harry Alonzo Longabaugh y fue ladrón de trenes y caballos, pistolero y desvalijador de bancos en el Lejano Oeste, aunque todo el mundo le conocía por su sobrenombre; el chico de la Danza del Sol.

Harry Alonzo Longabaugh, o Sundance Kid, como prefieran, había nacido en Mont Clare, Pensilvania, y había sido vaquero en un rancho de Alberta, en Canadá, antes de que un juez de Wyoming le encarcelara por cuatrero. De la ciudad donde pasó dieciocho meses en la cárcel tomó su apodo.

El chico de Sundance se hizo amigo de otro delincuente legendario, Robert Leroy Parker, más conocido como Bucth Cassidy, que era hijo de mormones de Utah, pero se dejó llevar por el camino torcido. El carnicero Cassidy escogió para su apodo el apellido de un antiguo ladrón de ganado y el mote que le pusieron en el rancho de Rock Springs donde le enseñaron a despedazar a las reses.

Bucth Cassidy y Sundance Kid, junto a Ben Kilpatrick —Tall Texan, le llamaban —, Will News Carver y Havey Logan, alias Kid Curry, formaron en los albores del siglo XX la banda de forajidos más famosa de su tiempo; la Wild Bunch.

Si entran en la Wikipedia, los verán a los cinco en el estudio de un fotógrafo en Forth Worth, Texas, vestidos con traje de chaleco, zapatos limpios, corbata y sombrero de hongo. Y robaron tantos bancos que pusieron precio a sus cabezas. Con la Agencia Pinkerton tras sus pasos, Sundance y Cassidy huyeron a Argentina y después a Bolivia, donde hay quien dice que murieron tiroteados por el Ejército, y quien cuenta que no; que volvieron a casa y envejecieron de forma anónima.

A Robert Redford le gustaba tanto el personaje de Longabaugh en Dos hombres y un destino que llamó Sundance al festival de cine que apadrinó en Utah. Cumplidos los 83 años, Redford se retira ahora. Y lo hace con una película, The old man and the gun, que cuenta la historia real de Forrest Tucker; un moderno ladrón de bancos que cometió su último robo a los 80 años.

Pero no se dejen engañar. Es el viejo Sundance en realidad, el que se cuela de nuevo en la pantalla. Y viene a recordarnos, como hará Clint Eastwood dentro de poco, que el eco de algunas leyendas es tan grande que nunca se apaga del todo.

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