Diario de León

fuego amigo

Llevadme cerca del Duero

Publicado por
ernesto escapa
León

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El ochenta aniversario de la muerte el próximo viernes del poeta Antonio Machado (1875-1939) ha vuelto a suscitar otro febrero más el debate sobre el reposo de sus restos. Tercian en la disputa partidarios de dejar las cosas como están, con la tumba del poeta en el exilio donde murió, y quienes apuntan la conveniencia de su traslado al cementerio civil de Madrid, opción muy perjudicada estos días por los recientes asaltos a la memoria fúnebre de Pablo Iglesias y Pasionaria, así como al recuerdo mural de las Trece Rosas sobre la cerca donde fueron fusiladas.

La única opción silenciada en el gallinero revuelto de este febrero es el respeto a la voluntad del poeta, expresada en sus propios versos: ‘Cuando muera, amigos míos, / si vale mi obra un céntimo, / cuando muera, amigos míos, / si mi obra vale un entierro, / a la tierra castellana / llevadme, cerca del Duero’. Los mandobles de una historia cainita arrojaron a Antonio Machado a la hospitalidad de Collioure, donde reposa cobijado por el calor de su creciente marea de lectores. En distintos momentos de la posguerra se barajó su traslado al camposanto del Espino, en Soria y con Leonor, tratando de manipular su memoria.

Tal y como se hizo con un Juan Ramón distinguido con el premio Nobel en su Moguer, donde fue inhumado el 5 de junio de 1958. En el caso de Antonio Machado, contaban también con la aquiescencia de la parte de su familia residente en España, las hijas un tiempo leonesas de su hermano Francisco (1884-1950), mientras el franquismo, que no le perdonó ni siquiera póstumamente, acordaba el 5 de mayo de 1941 «la separación definitiva del servicio de don Antonio Machado Ruiz, con la pérdida de todos sus derechos pasivos». Incluso el entonces fanatizado Dionisio Ridruejo (1912-1975), temprano muñidor intestino de su poesía, había considerado el compromiso republicano del poeta («aquella bobada progresista»), como consecuencia de un secuestro moral que lo situó al servicio de las consignas de los malvados.

Su hermano José (1979-1958), que de Francia marchó al exilio en Chile, expresa al final del libro Últimas soledades del poeta Antonio Machado (1947) que descansa en Francia «hasta tanto que su tierra española, libre ya de la abyecta dominación, lo recoja para siempre». Hasta aquel momento, casi dos décadas después de su entierro, los restos del poeta y de su madre ocupaban un nicho cedido en el cementerio de Collioure. Una suscripción popular impulsada por Pau Casals, que dedicó a su muerte El canto de los pájaros, consiguió con respaldo de Picasso, Malraux y René Char, una sepultura para el poeta y su madre, que se inauguró el 16 de julio de 1958. A partir de entonces, aquella tumba simbólica convoca la pasión de sus lectores.

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