Un cepillo con cerdas de jabalí

Gastan en tres décadas para preservar el prerrománico tanto como en cubrir los caprichos del jabalí los dos últimos años; la nota encabeza una pieza periodística colosal de un diario asturiano, referente también a este lado del cordal, por más que exagere al etiquetar leoneses como castellanos, o mesetarios. El artículo combate ese desencanto que parece distanciar a los medios de su audiencia por el empeño que pone el periodismo, los periodistas, a veces, en quedarse en la anécdota. La relación entre el jabalí y sus efectos colaterales y la custodia del arco de medio punto tiene una profundidad incuestionable; capital, para conocer en qué mesa del casino se ponen en danza los caudales públicos, cada día más caros. Compara prioridades y abre en canal un campo de juego extraordinario a los agnósticos de la deriva política que arrastra a los administrados a la espiral del sistema, del que se sienten ajenos y abandonados. Otro saco de votos a Vox, masculló un compañero de barra después de dejar enfriar el café sagrado de las nueve, atrapado en la lectura del relato que le regaló la prensa aquel jueves de marzo. No era la tarjeta sanitaria; no era la prestación por desempleo, la atención a la dependencia, las becas o la investigación científica, no; el jabalí, especie salvaje tan fiera como un lobo, tan omnívora como el hombre, tan carroñera como el buitre, ofrece su trote cochinero como hilo conductor para el devenir de todas las Españas burocráticas que crecen al albor del estado de las autonomías y su interpretación de lo elemental. Fomentan el consumo de su carne, prohíben que el rifle apunte a su cabeza, lo anteponen a los tesoros patrimoniales según decida hozar en Becerreá, en Balboa o en Grandas de Salime, que puede darse el caso, con esa vocación nómada de las manadas y su peculiar interpretación del albedrío a la luz de la media luna del invierno; depende de si es Xunta, Junta o Principado lo que encabeza el membrete del albarán. Ya está listo un nuevo parámetro para medir el grado de bienestar que es capaz de administrar el Estado; aunque haya que preguntarle al que hizo el día del padre laborable y fiesta de guardar el 23 de abril cuánto dinero piensa emplear en quirófanos, cuánto en piaras y cuánto en pasos canadienses.