Diario de León

PENSAMIENTO CIRCULAR

Aprendemos a golpe de incendio

León

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Parece ser que vamos aprendiendo la lección, no a golpe de palos, sino de incendios. En los últimos años ha quedado demostrado que para prevenir el fuego no hay que bajar la guardia en ningún momento del año, y parece que la Junta de Castilla y León, me imagino que harta de ver en los telediarios que la comunidad es junto con Galicia la más afectada por esta lacra, parece que está tomando buena nota. En lo que va de año, en la provincia ya han ardido 2.112 hectáreas entre zonas arboladas, monte bajo y matorral, 731 hectáreas más que en todo 2018. Cierto es que el año pasado fue muy atípico, con temperaturas muy suaves en verano y con lluvias intermitentes que dieron una tregua al fuego, frustrando las intenciones de los que mechero en mano están detrás de él. Tampoco este invierno ha sido nada normal, temperaturas muy suaves, que nada tienen que ver con los gélidos inviernos leoneses, y mucha sequedad en los montes, por la ausencia de precipitaciones desde octubre hasta principios de abril, hace que se prenda la llama más fácil, y los pirómanos lo tengan a huevo para hacer de las suyas. Pero también es cierto que lo que antes eran incendios ahora cada vez más se quedan en conatos.

Y es que desde los servicios contra el fuego la obsesión por llegar a las primeras llamas de lo que horas más tarde puede ser una catástrofe medioambiental los ha obligado a desplegar más medios durante los meses de otoño a invierno para reducir lo máximo posible los tiempos de respuesta. Además, esa filosofía de contratar más operativos durante más tiempo se ve reforzada con la intención de que a falta de llama se luche contra la maleza, contra la combustión que mes a mes se acumula en los montes de la provincia y que hace que los incendios se hagan incontrolables en muy pocas horas. Poco a poco vamos aprendiendo la lección, como siempre pasa en estos casos, sólo ha hecho falta escuchar a los que saben de esto, a los que en cada campaña se juegan la vida cara a cara con el fuego, a los agentes medio ambientales que sólo piden que se dignifique su trabajo los doce meses del año, como todo el mundo.

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