Diario de León

AL TRASLUZ

No me cuenta como vicio

León

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Con los sesenta eurines que pagan por estar en una mesa electoral, en mi caso de señor presidente, me he regalado -ayer mismo- el Quijote, en la edición conjunta de la Real Academia y el Instituto Cervantes, dirigida por Rico. Vale, con eso y con ocho euros más. O sea, cuando me los ingresen los tendré ya gastados. Tengo otras ediciones de la gran novela pero esta es, si los señores académicos me permiten la expresión, el pichichi del cervantismo, más aún… el equivalente a las croquetas de Marquitos. Y me la paga la democracia; no es, pues, dispendio mío. No cuenta como vicio. Mi mujer nunca me ha dicho que si entra en casa otro Quijote, aunque las notas a pie sean del Dalai Lama, me manda empaquetado a la Asociación de Cervantistas; no lo dice, pero lo piensa. No soy coleccionista compulsivo, pero es muy diferente uno editado por Fulano que por Mengano, aunque ambos comiencen con «En un lugar de La Mancha…». ¡No hay color! En efecto, gracias a mi efímera presidencia, me obsequiado esta excelente edición, en dos tomos, uno de ellos para análisis de gran interés. Tengo un amigo que coleccionaba ediciones de la Ilíada, hasta que su mujer lo amenazó con que si veía otro Aquiles por el salón iba a arder Troya, además de erupcionar el Vesubio. La hizo casó, qué remedio, y empezó a coleccionar ediciones completas del Espasa. ¡Ah, se siente!

Cuando llegué de madrugada a los Juzgados, para entregar las actas, los funcionarios que me las recogieron ofrecían empanada y pasteles a los presidentes, con una amabilidad de agradecer. Siempre creí que el espíritu de la ley era de natural circunspecto. Gran detalle. Sin el humanismo de la amabilidad no hay verdadera democracia.

Incluso quienes no han leído el Quijote saben cómo empieza y cómo termina. En cambio, nadie sabe qué pasará tras los resultados electorales, una vez hemos aprendido que ganar no es necesariamente sinónimo de gobernar. Adivinarlo no entra en las responsabilidades de este presidente y sus vocales. Además, tan ardua tarea, debería pagarse, qué menos, con 60 euros y un fin de semana en un balneario de lujo, de esos con desayuno en la cama y bombones en la mesilla. A ver si para las elecciones del 3019, o las siguientes.

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