Diario de León
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LA LIEBRE ÁLVARO CABALLERO
León

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Lázaro se levantó y anda. Cuando ya parecía resignado a tener un papel secundario, de esos que dan tabaco desde fuera pero no envidan para ganar el juego, García Bayón se terció a primeros de semana el Barbour con descuido por encima de los hombros, sin meter las mangas, y con ese aire de señorito que distrae la tarde en echar un vistazo a los gorrinos de la dehesa recordó en mitad del paseo los tres principios que han cimentado su larga carrera política: el poder sólo desgasta al que no lo tiene, los amigos están para las ocasiones y los escrúpulos suenan a nombre de grupo musical de los 60. La epifanía, que le sorprendió en mitad de la calle como le podía haber pillado en un jacuzzi, devuelve el foco del protagonismo a un personaje que ha marcado en los últimos 23 años el devenir de un municipio como Villaquilambre, donde el suelo era tan reciente entonces que los alcaldes lo nombraban aun con el dedo para decidir si pasaba de rústica a urbana o industrial y el dinero manaba de los brazos de las grúas de construcción.

El ecosistema fraguó al político que había reclutado Pelines para su juego de guerrillas leonesistas desde la plantilla del Ayuntamiento de León. Con la voz abismada al diafragma y el tono quedo, mientras atusaba al gato que ronroneaba en las rodillas, el informático del consistorio de la capital leonesa se acostumbró a dejar el ordenador de su puesto de trabajo fuera de cobertura por sistema, opositó con éxito al sillón de diputado provincial, medró en el hábito de masajear intereses y disfrutó de que la cuenta engordara con tres pagadores por cada mensualidad. El sistema se vino abajo hace cuatro años, cuando le descabalgaron los nuevos regidores de la UPL y tuvo que guarecerse en Villaquilambre. Allí estaba, distraído en quitar alcaldes y aupar regidores, con el compadreo de aquellos a quienes había metido a trabajar en el pabellón de Nava, hasta que lo llamó Alfonso Fernández Mañueco para que saliera fuera del sepulcro con el señuelo de un instituto que no han hecho en 20 años, un centro de salud que adeudan desde hace tres décadas y la paralización de la planta de biomasa que le ahorra 18 millones a la Junta. Para redondear el plan, sólo queda que asalte el sillón leonesista de la Diputación y le entregue la llave del gobierno a su ‘amigo Juan’. Lázaro no se levanta para nada.

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