Economía fácil

La economía no se aprende en tres tardes, obviamente, pero hay algunos principios de sentido común que pueden entenderse en mucho menos. Uno de ellos se refiere a la gestión de la estabilidad presupuestaria. Si un gobierno acumula un cierto déficit público al término de un ejercicio, está obligado a endeudarse para restañarlo, como haría cualquier padre de familia razonable y consciente. La tentación de los gobiernos populistas irresponsables que no quieren endeudarse en estos casos (o que no consiguen que alguien les preste, por su mala fama o escasa solvencia) consiste en monetizar este déficit, es decir, en pedirle al banco emisor que emita billetes por una cuantía equivalente al déficit en cuestión. Así se vuelve al equilibrio. La consecuencia de semejante imprudencia

—lo hizo Macri en Argentina— es fácil de imaginar: al haber más dinero circulante para expresar la misma riqueza, el valor de la moneda baja y los precios suben: es la inflación. ¿Qué ha ocurrido? Pues que todos los poseedores de dinero en efectivo habrán sufragado a escote el déficit, viendo como se devalúan sus ahorros y como se pierde poder adquisitivo.