Diario de León

Orden deductivo en España en los Ertes y la UE

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Tan antiguo como la Grecia de Aristóteles. Viene a significar que las conclusiones se encuentran implícitamente dentro de las premisas. Cuando éstas resultan ciertas y el razonamiento deductivo tiene validez, la conclusión será verdadera.

La traducción de lo anterior es sencilla:

La premisa o certeza, es que la situación económica de España es simplemente desastrosa.

La conclusión mediata o inmediata significa qué deberá acudir a fuentes extraordinarias de financiación, tal y como la Unión Europea lo cual hará aumentar su deuda externa.

Suponemos que las conclusiones de la ministra Montero serán las mismas, es decir, la lícita aspiración de España, dentro de su deplorable situación económica, pueda encontrar en los mercados internacionales mejores condiciones que las ofrecidas en el préstamo-rescate por dicha Institución al 0,14%, sobre los 24.000-25.000 millones de euros puestos a disposición.

Asaltándole al autor cierto miedo-refle xión de que las familias españolas puedan verse inmersas en algún momento sometidas a un «corralito financiero» al uso allende los mares

Hemos entendido al referirse a mejores condiciones, a los tipos negativos actuales que registran las Letras a 12 meses. ¿Pero qué ocurriría transcurrido dicho plazo y ante un periodo de amortización de 10 años por delante como en el Mede?

La «bola de cristal» no es aconsejable, sobre todo, cuando hace un par de meses las primeras cifras estimadas por los expertos respecto a las necesidades de España, eran de unos 200.000 millones de euros.

Los mismos, ante los continuos «derrapes» que va sufriendo la economía española empiezan a bordear los 300.000 millones.

Otro cariz más modesto, pero igual de útil en nuestras circunstancias, lo tiene otro instrumento financiero de los supuestamente accesibles en la Cesta de Fondos Comunitaria, también denominadas «redes de seguridad».

El Sure, conocido como otro «estigma», dispondrá de un fondo con un valor inicial y escaso de hasta 100.000 millones de euros, también de características «blandas», encontrándose destinado a dar una especie de «cobertura sobre el desempleo europeo», siendo también observado con lupa por nuestros «amigos habituales», y con visos de ponerse en marcha su tramitación el próximo junio.

Sus características serán parecidas al préstamo que nos concedieron en 2012, cuando el gran conflicto de las Cajas y España tampoco podía obtener recursos asequibles en el mercado financiero.

De cumplirse sus expectativas, supondría una especie de chalupa para auxiliar parcialmente el capítulo de los Ertes, cifradas nuestras necesidades inicialmente en unos 19.000 millones de euros con más novios a la espera y con empinados trámites pendientes.

Pero en esto de las deudas, soy siempre de la opinión de echar la vista atrás, ante nuestras frágiles memorias y «no cargar las tintas», hacia la misma dirección en las circunstancias actuales, cuando las épocas de Rodríguez Zapatero y Rajoy, contribuyeron a «robustecer nuestra deuda con el afamado Plan E y el no menos rescate de las Cajas».

Entre 2009 y 2011, fueron ocho entidades bancarias, cuyos nombres omitimos, por no hacer de este artículo de opinión una carta epistolar, las protagonistas activas y pasivas de un rescate según nota informativa del Banco de España, de noviembre 2018, por valor de unos 80.000 millones de euros, cuyo garante final era el Estado español, y subsidiariamente como así sucedió, las pérdidas bajo distintas modalidades de 60.600 millones, recalaron en la zona tranquila del pairo del contribuyente, eso sí, según libre mercado, no todo fueron desgracias, pues hubo una módica recuperación para los ciudadanos del 17%.

Esta situación tuvo un marco viciado a través del apoyo desmedido de financiación a las autonomías y corporaciones locales, infaustos pretendientes y hacedores de proyectos fantasiosos rodeados de escasos criterios de realidad social o monetaria.

Y es que como manifestaba Cicerón, «el que sufre tiene memoria», y los españoles llevamos década tras década de sufrimientos.

Por supuesto, que entendemos encontramos en situaciones especiales y no comparables entre sí, pero no impide a nuestro orden deductivo, citado al principio, permitirnos reflexionar de nuevo ante el deseo de una ansiada regeneración que tanto hace falta a la clase política española, sobre todo cuando se observa la desenfrenada carrera alcista de nuestra deuda, así como otras desacertadas gestiones de nuestro gobierno social-comunista, asaltándole al autor cierto miedo-reflexión de que las familias españolas puedan verse inmersas en algún momento, sin preverlo, sometidas a un «corralito financiero» al uso allende los mares.

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