Diario de León
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En una democracia, como se supone que es España, no parece normal que pueda haber colonias, sin embargo así es. La propia Constitución Española las admite. El artículo segundo de la Constitución «reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones de la Nación Española». La Constitución Española reconoce que España se compone de dos clases de territorios: nacionalidades y regiones. La Constitución no aclara cuales son regiones y cuales son nacionalidades ni porque son una cosa o la otra. Los políticos ya han aclarado que las nacionalidades son Galicia, Cataluña y el País Vasco, el resto son regiones. La propia Constitución lo deja bastante claro al conceder a las nacionalidades ciertos privilegios que los llaman históricos aunque de históricos no tienen nada. Alguno de esos privilegios, como es el concierto vasco, convierte a España en una colonia vasca. El concierto vasco permite a las empresas vascas recaudar impuestos en toda España y entregar el importe en la hacienda vasca. Es cierto que de esa recaudación el País Vasco tiene que entregar una cantidad que llaman el cupo vasco, un cupo que muchos años queda reducido a la mitad o menos porque parte del cupo es el pago que cobra el Gobierno Vasco por los votos que conceden los partidos nacionalistas vascos al Gobierno de España para aprobar, por ejemplo, los presupuestos del Estado. Es increíble que el Parlamento Democrático creado por el Rey Alfonso VIII de León en abril del año 1188 sea mucho más democrático que la Constitución Española del año 1978. Si analizamos los Decreta, el conjunto de leyes del Parlamento de 1188, comprobaremos que el conjunto de leyes es igual para todo el Reino de León, no existe diferencias entre los tres territorios que lo componían: Asturias, Galicia y León y, a partir del año 1230 también Extremadura. Las leyes eran únicas e iguales para todos los territorios. Ningún territorio gozaba de privilegios, por eso las relaciones entre los diversos territorios fueron siempre fraternales.

La producción de energía hidroeléctrica de la región leonesa tiene un valor de más de mil quinientos millones de euros, la energía eólica tiene también un valor similar. Pues bien, de todo ese valor en la región leonesa no queda un céntimo de beneficio, se lo llevan todo vascos y catalanes. Si a esto le añadimos que los principales recursos económicos leoneses como el agua, el lúpulo y el maíz producen los beneficios en otras regiones es evidente que la región leonesa ha sido convertida en una colonia de otras regiones. Otro dato interesante: en la autonomía de Castilla y León, por motivos del coronavirus, el reparto de las camas UCI, unidad de cuidados intensivos, asciende a 53 camas, de ellas sólo 7 son para la región leonesa, las 46 restantes son para Castilla, de ellas 27 para Valladolid.

Que los políticos hayan creado una autonomía con la región leonesa y una parte de Castilla es una demostración de que los políticos han creado una chapuza interesada, anticonstitucional y antidemocrática. Durante toda la Edad Media, el Reino de León tuvo siempre buenas relaciones con el Reino de Pamplona, llamado después de Navarra, con Aragón, con Toledo y con los últimos reinos reconquistados: Murcia, Jaén. Córdoba y Sevilla. Nunca tuvo buenas relaciones con Castilla. Mientras Castilla fue territorio del Reino de Oviedo y luego de León, los condes castellanos traicionaron a los Reyes. Las malas relaciones empezaron en el siglo IX. Los caristios, los actuales alaveses, se rebelaron contra Oviedo porque temían quedar arrinconados debido a las buenas relaciones entre los reinos de Oviedo y Pamplona. Todos los Reyes privativos de Castilla, excepto Fernando I de Castilla, consideraban al Reino de León más enemigo que a los propios musulmanes. A partir del año 1230 Castilla no pasó de un mínimo respeto por el Reino de León, pero jamás hubo buena relación entre ambos reinos, basta leer las actas de las Cortes castellanas para comprobarlo. Estas malas relaciones entre leoneses y castellanos las explica muy bien el obispo Sampiro, el cronista más importante de los siglos X y XI, uno de los cronistas más importantes de la Reconquista, un cronista que ningún historiador discute. Sampiro dijo que los castellanos se creían una raza superior. Es muy sospechoso que los políticos crearan una autonomía con las dos regiones que peor se han llevado en la Historia de España.

En otro artículo mío anterior publicado en este Diario de León ya he escrito las causas por las que fue creada esta autonomía. Fue una idea del vallisoletano Gregorio Peces Barba que propuso esta autonomía en el congreso del PSOE en Suresnes, Francia, el año 1974. Él fue el que propuso eliminar a las provincias de Santander y Logroño de Castilla y unir el resto con la región leonesa. Si echamos un vistazo a un mapa que contenga todas las provincias de Castilla y León juntas, la capital nunca hubiera sido Valladolid, sino Burgos y lo que él quería es que la capital fuera Valladolid y lo consiguió.

La región leonesa tiene todo el derecho histórico, democrático y constitucional a tener los mismos derechos que el resto de las regiones. No hay en España ninguna región que tenga más derecho histórico y constitucional a tener autonomía que la región leonesa, sin embargo, los políticos la han convertido en una simple colonia para enriquecer a otras regiones. Los resultados son bien conocidos, las provincias de León y Zamora son las provincias más envejecidas, las que más población han perdido y las más empobrecidas de toda España. Negar a la región leonesa sus derechos como región, obligarla a integrarse en una autonomía con una parte de Castilla sin consultar a los ciudadanos, más bien en contra de la voluntad de los ciudadanos, es crear una colonia dentro de una falsa democracia. La única solución: consultar a los ciudadanos leoneses si quieren tener autonomía propia como el resto de los españoles.

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