Diario de León

Biden-Harris: ¿listos para la alternativa?

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Yno es desacertado usar este lenguaje taurino para hacerse la pregunta, ¿por qué un experto y noble diestro, emparejado con una intrépida banderillera, van a enfrentarse a un miura que brama y escarba enloquecido en la vida ajena? El maestro, parco en palabras, pero entendido, curtido ya en otras lides —el poco pelo gris y sagaces los ojos claros—, tendrá que usar todas sus artes para salir a hombros de una plaza que, en estos momentos, no se me antoja en las mejores condiciones para una lidia política noble y limpia. El caso es que, de la ‘cuadrilla’ ya sabemos que cuenta con la madura, dispuesta y agraciada Kamalis, y presumimos que todo ha de estar listo porque la gran corrida tetra-añal está servida y no tardará en comenzar.

Durante cuatro años la veleta de la Casa Blanca ha girado sin ton ni son, movida por el viento que mejor se acomodaba a las exigencias de un presidente torpe, descarado y fanfarrón

En una Norteamérica en crisis, dividida, cuestionada, insegura, con muchos problemas presidenciales, sociales económicos, agravados ahora por el Covid-19, la figura de un hombre que fue la mano derecha de Obama, puede ser ahora, acompañado por una ‘subalterna’ segura, equilibrada, toda una mujer bandera — «soy negra y estoy orgullosa de ello»—, una alternativa válida para este país. Durante cuatro años la veleta de la Casa Blanca ha girado sin ton ni son, movida por el viento que mejor se acomodaba a las exigencias de un presidente torpe, descarado y fanfarrón, que ha tirado de los hilos del poder a su antojo y capricho, provocando malestar en casi todos los sectores pensantes del país.

El ya candidato demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, nació en Pensilvania en 1942. En verdad que, con sus casi 78 años, Biden, es un hombre mayor, pero experimentado, prudente y ecuánime. Político desde muy joven y abogado de carrera, Joe Biden y Kamala Harris, serían un calmante para todos los dolores de cabeza que el actual presidente provoca un día sí y otro también a los diferentes estratos de una sociedad que en primer lugar busca la paz y el equilibrio como modelo de camino seguro para alcanzar las metas propuestas por demandas de una sociedad apremiada por una juventud hoy exigente y comprometida.

Miembro del partido demócrata desde 1973, senador por Delaware a los 30 años, Joe Biden tuvo una sólida fama de experto en temas como el crimen organizado, el tráfico de drogas y la defensa de los derechos civiles, y un papel muy principal en la promulgación de la ley Biden Crime Law  (Ley Biden contra el crimen), aprobada en 1994, la cual estableció 60 nuevos crímenes que podrían ser castigados con la pena capital, entre ellos el tráfico de drogas, el terrorismo, y el uso de armas de destrucción masiva.      

En cuanto a política internacional, su papel fue muy activo durante el conflicto de los Balcanes, siendo férreo en su postura del uso de la fuerza como forma de proteger a los musulmanes bosnios. Su consejo fue decisivo a la hora de convencer al presidente Bill Clinton de utilizar la fuerza militar contra  Slobodan Milosevic. Por otra parte, es un buen conocedor del Oriente Medio, Irak y Afganistán, así como de la situación de Latinoamérica, especialmente de Argentina.

Como chopo alto, pero escañado, Joe Biden, abogado, político y profesor universitario, es un hombre progresista, que «ocupa el centro sensato del Partido Demócrata». Por su parte, Kamala Harris, es abogada, funcionaria, exfiscal del distrito de San Francisco y política  estadounidense; la tercera mujer senadora por California y la primera de ascendencia jamaiquina e india. La tal, pareciera sacada con mimo de un cuadro de J. Romero que, como senadora apoya la atención médica de pagador único, la protección municipal para los inmigrantes indocumentados, la Ley Dream (de los soñadores pobres)  y la reducción de impuestos para las clases media y trabajadora, así como el aumento de los impuestos a las corporaciones y a los ciudadanos estadounidenses más ricos.

En las elecciones presidenciales del 4 de noviembre de 2008, la fórmula demócrata Obama-Biden derrotó por amplio margen a la republicana de McCain, ya fallecido, y a la cómica Palin, logrando así un triunfo demócrata contundente. El 20 de enero de 2009, Joe Biden juró como vicepresidente de los Estados Unidos en el Capitolio de Washington DC., reemplazando a Dick Cheney en el cargo, mientras que Obama se convertiría en el 46 presidente del país. Como vicepresidente, Biden se caracterizó por el apoyo a las políticas de Obama en materia de relaciones internacionales y asuntos sociales preferentes (la carencia de asistencia médica, el tema de las armas personales, y sobre todo el caliente e inexcusable problema del racismo que se traba en el cuello, asfixiándolo, y se clava a tiros en el corazón de este país, rasgándolo a sangre y fuego).

Estamos en tiempos nuevos que demandan un giro en la Casa Blanca. Biden y Harris tendrán que enfrentarse a un controvertido y mañoso Trump que no enviste al capote sino a los diestros. ¿Serán suficientes los méritos que esgrime Biden, para convencer a los votantes de este país de que ‘la cuadrilla’ encabezada por un diestro como él y una mujer inteligente, despierta, «dura y batalladora», que desborda entusiasmo y ganas de victoria, dispuesta a clavar sin piedad el rejón en la dura cerviz del elefante republicano, conseguirán que el voto norteamericano se incline en su favor y sea capaz de llevarlos juntos a la Casa Blanca?

El 3 de noviembre de este año calamitoso del 2020, a tope la plaza, en la arena del ruedo, ante más de 300 millones de aplausos, vítores o abucheos, cara a cara, toro y cuadrilla, pondrán en juego el triunfo de los diestros o el indulto al morlaco para que vuelva a la dehesa, poderoso, engreído y listo a llevar a cabo sus planes primeros. Si el diestro deja la plaza a hombros, cuando el sol se ponga, no romperá su encanto la noche sureña, y los hijos de Floyd podrán caminar por las calles en orden, libres de todo cuidado, porque al amanecer, para este inmenso pueblo, volverá a brillar la esperanza con renovadas y merecidas ansias de libertad, igualdad y fraternidad.

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