Los «sietemachos»

EN esta huelga, que no ha sido pequeña pero tampoco general, ha faltado cordura y han sobrado «sietemachos». Los primeros los del Gobierno, encabezados por Aznar, con un ataque de soberbia que ha arrumbado con seis años de moderación y concertación social. Empatados en deméritos los sindicatos, que jamás han querido negociar y que han dado una lección de intransigencia haciéndonos sospechar a muchos que más allá de la defensa de los derechos de parados y trabajadores estaban los propios suyos, y muy políticos por cierto. Pero el colmo ha llegado después del 20-J. Ambas partes se nos han puesto a proclamar victorias y soltar fanfarronadas por la boca. Y encima tomándonos a todos por idiotas o por ciegos. Porque no puede el Gobierno ocultar que ha habido una gran movilización fabril e industrial acompañada de manifestaciones multitudinarias. Un aviso, sin duda. Pero tampoco pueden los sindicatos decirnos que se ha paralizado el país porque eso es mentira y la gente tomándose cañas en las terrazas no es precisamente la imagen de una huelga general. La normalidad de la vida ciudadana fue general, con excepciones, en casi toda España. Además, mejor será que se vayan pensando otro método de "informar" porque el de los piquetes está acabando con la paciencia popular. ¿Y ahora que?. Pues ahí siguen en el reñidero, cacareando. Mala cosa para José María Aznar y peor aún para su sucesor. Menudo regalito envenenado. Quizá los sindicatos piensen que eso es bueno para ellos. Zapatero también puede que haga cuenta favorables y Llamazares sueñe con resurrecciones. Pero, y del fondo de la cuestión ¿qué?. No sería lo lógico que se sentaran nuestros feroces «sietemachos» y enderezaran el entuerto de ese decreto, que no es ni imposible ni siquiera tan difícil. Solo es cuestión de voluntad. Pero voluntad de negociar, aunque se clamoree la disposición mutua, es lo que en ambas parte falta.