Diario de León
Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

N una Euskadi independiente los ciudadanos que se sientan españoles serán protegidos por la comunidad y votarán al Parlamento español» (Arzallus dixit en Deia). Llegar a escuchar este tipo de sandeces no ha sido fácil. Ha sido necesario desplegar durante años la más exquisita de las prudencias, las más flagrantes bajadas de pantalones ante la sucesión de chantajes y deslealtades que han ido creando el espejismo de que, entre España y el País Vasco, hay un abismo ancestral. Un abismo, un desentendimiento radical, que por lo visto da bula para que «desde el Ebro para arriba» la realidad de las cosas y la letra de las leyes se lean con gafas distintas que «desde el Ebro para abajo». Esta persistentemente insolidaria e interesada relectura de la Constitución y de las leyes sólo es soportable si uno se empeña voluntariamente en mantener la más estricta de las cegueras o de las ingenuidades. España está exhibiendo de nuevo su ejemplar capacidad para la prudencia y la tolerancia con el episodio del islote del Perejil. En lugar de obligar a la media hora de detectar el problema a desalojar del peñasco a los militares marroquíes hemos conseguido que todo el mundo contemple cómo el imberbe Mohamed y su tapadísima esposa hagan exhibición de lo que entienden por tratados de amistad y nos toquen las narices de la forma más imbécil. Después de su famoso «¡manda huevos!», al ministro de Defensa no se le conoce otro rasgo de energía castrense. ¿De verdad que países como Francia o Inglaterra hubieran puesto sobre la mesa las mismas dosis de prudencia y de amor al diálogo en una situación similar? Hay quien, interesadamente, ve en estos planteamientos resabios de lo que suele denominarse el «españolismo más rancio» pero eso no es más que un absurdo reduccionismo de la realidad. Estamos hablando de cuestiones fundamentales que no tienen nada de ciencia ficción. Estamos hablando de que el actual Gobierno del País Vasco está lanzado cuesta abajo hacia la independencia -vamos a olvidarnos de ese subterfugio llamado autodeterminación- sin preocuparle lo más mínimo que esta aventura abre puertas al vacío. ¿Acaso no es extraordinariamente perturbador para toda la sociedad española en su conjunto abrir, hoy por hoy, ese melón independentista? ¿A qué puede conducir tanta irresponsabilidad? Con el ejercicio de tanta prudencia hemos confundido el culo con las témporas y hemos llegado tarde a muchos sitios, incluido a Perejil que ahora resulta que tiene alto valor estratégico. Los protagonistas del debate del estado de la nación -que hoy se inicia- deberían de dejar de ser prudentes y llamar a las cosas por su nombre. Por una vez.

tracking