Biomasa en Omaña

A bombo y platillo políticos, se anuncia una central de biomasa en Omaña, maravilloso ingenio industrial que no sólo producirá energía abundante quemando ramas de roble, sino que dará múltiples puestos de trabajo y, al limpiar el monte, librará a este valle y su redondela de incendios forestales. Antes de creerse el cuento de la lechera, conviene hacer algunas preguntas. Cortar leña con la motosierra es muy caro: sólo unas subvenciones continuadas a los aprovechamientos forestales proporcionarían suficiente combustible a la central. Pasénse por un supermercado o carbonería a comprar pipos de encina o roble para su chimenea y preparen la cartera. Recoger piornos o brezos mecánicamente es hacedero en terreno llano o antiguas terrazas de cultivo abandonadas, nunca en ladera. Hacerlo a mano, con las cuadrillas forestales, resulta tarea tan dura y mal pagada -recuerden la reciente manifestación de trabajadores de montes ante la Junta- que no se reclutan para este curro ni emigrantes desesperados. Además, las Directivas de Hábitats y de Aves suponen un freno de prudencia ambiental para desbroces y quema masiva de leñas y matas que pelen los no muy boyantes montes leoneses. De abril a julio hay que parar, que la fauna protegida y cinegética del bosque anda en plena paridera. Además, en la comarca no hay industrias madereras que suministren cortezas, astillas y serrines. Realmente, muchas centrales de biomasa, que mejor sería llamarlas incineradoras, terminan quemando además de pajas y leñas basuras compactadas , aceites de desecho y otros subproductos de vertedero. La ubicación de la central, su diseño y la tecnología anticontaminante, debieran ser exquisitos, punteros, que siempre a León le cae la plaga. Mariano Torre, director general de Conservación, es el ingeniero de montes que más sabe de dinámica del melojo y su potencialidad productora de biomasa, aspecto que ha investigado a tope. El Dorado, central de biomasa omañesa, necesita más explicaciones y datos.