Diario de León

¿Seguiremos con la indiferencia estival?

Publicado por
Teresa Ribas Ariño (Médica)
León

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Escribo con rabia e impotencia. Estamos en medio de un verano en el que los Juegos Olímpicos de Tokio y sus vanidades,  la obscena marcha de un futbolista de un obsceno equipo (obscenos por las astronómicas cifras de euros empleados en esas operaciones), el capricho de un obsceno megamillonario por pasar unos minutos en la estratosfera, la polémica por si el mundo rico se pone una tercera dosis de vacuna contra el covid, las tórridas temperaturas y otros etcéteras nos han impedido darnos cuenta de que casi cotidianamente la prensa también nos contaba que seguían muriendo personas ahogadas en el mar, no solo en el estrecho y en la ruta canaria. El ocho de julio, la cifra en esta última era de 1992 desde el uno de enero. Indiferencia. 

Y sigue . Y suma. 

Y ahora Afganistán. Estados Unidos, que una vez más pierde una guerra contra la guerrilla, sin haber aprendido nada de sus errores pasados, una vez más gastando en armas ingentes cantidades de dinero que hubieran podido ser invertidos en educación y otras fuentes de prosperidad, vuelve a darse de bruces con la realidad y abandona un país a su suerte. Y a su muerte. Ya no le resulta rentable la guerra, solo le produce pérdidas y ningún valor añadido.

No son capaces ni de ayudar a salir a los que les han apoyado y ayudado, ahora enfrentados a la masacre y al horror. Qué vergüenza. Cuatro presidentes han pasado por esa guerra y ninguno, ni siquiera el «progresista» Obama, han sido capaces de resolver nada. 

Y las mujeres, otra vez las mujeres son las grandes perdedoras de una guerra donde una vez más, la violación va a ser un arma de venganza. Aquellas que no tienen protector masculino son las más vulnerables. Las viudas y las divorciadas, que en una sociedad de profunda raigambre patriarcal sufren  el más abyecto de los rechazos, están totalmente desprotegidas. Ya es una realidad: donde han llegado, imperan las nuevas reglas. Y han llegado a todo el país, ya es todo Afganistán de los talibanes. Casamientos forzados de niñas, divorciadas y viudas, dificultades de las féminas para acceder a una formación , prohibición  para ellas de  absolutamente todo lo que pueda suponer un mínimo de acercamiento a las cosas amables de la vida. Y castigos, hasta por mostrar los tobillos. 

¿Vamos seguir con la indiferencia de país del primer mundo? ¿Vamos a seguir pensando que todo eso queda muy lejos? ¿Que no va con nosotros?

Preocupa profundamente el futuro de esas personas, de esas mujeres desprovistas de afectos, condenadas a vivir una vida que parece más propia del medievo más profundo. Cuál será el devenir  de sus sueños, albergados en un cerebro cuya materia gris devendrá una masa amorfa e inerte. Qué dolor. 

Cuba, país con grandes deficiencias pero cuya realidad ni de lejos se aproxima a lo que describo, ha sido y es sometido a un bloqueo económico que a su vez bloquea sus expectativas de futuro. ¿Y ahora la comunidad internacional no va a ser capaz de intervenir en el mundo talibán para resolver o amortiguar una situación, que en caso de perpetuarse, corremos el riesgo de que se expanda hacia  nuestro cómodo mundo? No tengo ninguna respuesta para esas preguntas que formulo, ni sé quién puede tenerlas. 

Impotencia. Dolor. Rabia. Pero por favor, no indiferencia. Y solo un deseo: que quien tenga algún tipo de poder o de capacidad de acción, aglutine esa rabia, que en absoluto es solo mía, y la convierta en fuerza. 

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