Diario de León
Publicado por
Pancho Purroy
León

Creado:

Actualizado:

RADIO macuto del Húmedo, dirigida por locutores macho, ha emitido el parte de guerra sobre piezas de caza este otoño: en los mejores hábitats -Montecarlo, Colonial, La Lola y La Dulzaina, entre otros cazaderos-, los tiradores encuentran mucha rubia pero, ¡ay!, poco conejo. Salvo contadísimas excepciones, las propias de venadores de encomiable poderío, guapos, ricos, solteros y muy divertidos, la mano se salda con mucho ver y poco tocar. Los bandos de rubias despampanantes abundan, pero resulta tarea heroica el llevarlas a la cama y que cumplan. Resabiadas, hermosas, se dejan arrimar pero, bien por inexperiencia del gremio cinegético o por la bravura de la presa, de persecución comprometida, más aún, la del escondedizo y raro de disparar conejo, dan un pronóstico de desveda al menos esperanzador. Hay posibilidad de lances. La prensa sentencia: «la temporada de caza puede dar mucho juego a unos aficionados que ven como el ejercicio de tan viril deporte se pone más caro y difícil». Bromas aparte, sí que este otoño hubo -ya, no hay- nutridos bandos de perdices rojas, apodadas rubias, en el terrazgo de León. La explicación resulta sencilla: las pocas parejas supervivientes tras la veda de final de enero, han tenido buen año de cría, de verano pletórico en frescura y pasto, sin granizadas ni aguaceros lesivos a sus perdigones, y, los grupos de adultos y jóvenes igualones de cada familia patirroja, rondan la quincena de volátiles o más. Por el contrario, el conejo de monte, sigue con su crónica escasez, de acuerdo con los argumentos mixomatóxicos, hemorrágicos y ecológicos ex puestos por el afamado Pedro Vizcay. La correcta gestión, con esta bonanza perdicera, supone, si queremos respetar el capital reproductor futuro, el abatir, como máximo, una de cada dos rojas presentes al abrirse la veda, o sea, del bando de veinte, dejar diez. La traca carnicera hace días que ha superado este límite ecológico. La rubia gallinácea, brava, aguanta de milagro. La ética del cazador: bajo mínimos.

tracking