Diario de León

DESDE LA CORTE

Sin insultos, mejor

Publicado por
Fernando Ónega
León

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Ayer escuchado toda la referencia del Consejo de Ministros. No fue por un repentino ataque de masoquismo, sino porque no quería perder ningún detalle de las explicaciones de Mariano Rajoy el día que se cumplía un mes del accidente del «Prestige». Y de las amplias explicaciones del vicepresidente, creo que se pueden obtener, al menos, dos conclusiones. La primera es estrictamente personal: Mariano Rajoy, para ser registrador de la propiedad, ya domina a la perfección el léxico marítimo. Parece un ingeniero o un miembro del Comité Científico. Su honestidad informativa le lleva a decir «no lo sé», «yo no estaba allí». Y eso, que para mí es un mérito, a las personas que estaban conmigo les inspiraba un reproche: hay que ir mejor preparado a estas reuniones. Lo anoto, porque ya se sabe que los gobiernos viven de estos efectos de imagen. Si mucha gente piensa así, peligra la buena acogida del vicepresidente. La segunda es que Rajoy -y, por tanto, sospecho, el Gobierno- ha ganado en aplomo. Aunque no hayan desaparecido para nada los peligros de una nueva marea negra, el vicepresidente se siente más dueño de la situación. Maneja datos, fechas y cifras con mayor soltura. La falta de confrontación política con la oposición es el factor fundamental de esa tranquilidad. Está claro que se gobierna mejor sin el aliento en la nuca de quien te persigue en la carrera. Y la tercera es que el Gobierno parece tener, por fin, política informativa. Después de tantos silencios y tantas cabezas bajo el ala, el gabinete produce la sensación de que consigue ir delante de los acontecimientos. Incluso es capaz de informar tan bien como la prensa. Y de dar cifras de las personas, militares y civiles, que están trabajando en la limpieza de playas. Y ya ven, señores ministros: no es tan difícil. Basta con intentarlo. Si en ese intento no se llama «desleal» a nadie, incluso se puede caer bien al personal.

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