Diario de León
Publicado por
Afrodisio Ferrero Pérez
León

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«Un pueblo que anda en coplas es un pueblo que nunca muere». Son palabras de Águeda Domínguez Berrueta hija, como es notorio, del gran cronista de nuestra tierra Mariano Domínguez Berrueta. En el conjunto de romances, canciones, poemas, tonadas y rondas hay múltiples protagonistas entre los que destaca el primero, sin duda, la mujer; en este caso la mujer leonesa. Así lo hemos comprobado en las fiestas celebradas estos meses a lo largo de la provincia, y más recientemente, en la fiesta de San Froilán.

Para situarnos en la materia coral del cancionero leonés, analizado por el investigador Domínguez Berrueta, hay que definir el perfil de la mujer leonesa. Los estudiosos del tema consideran que «la mujer es un misterio». Que la tradición convierte, a veces, en ídolos o diosas, aunque prevalece el concepto de esfinge, denotando un desconocimiento reverencial, ya que únicamente los sabios pueden desvelar sus secretos. Aún con estas dificultades pretendo descubrir algunas virtudes y cualidades de la mujer en general, y de la leonesa en particular, lejos del feminismo militante oficial.

En el cancionero leonés existen unos catorce mil coplas y cantares arraigados en la diversidad comarcal de León, coplas y canciones que como muestra de respeto y admiración, atienden a la mujer en un homenaje sencillo, dedicado a nuestras madres, esposas y hermanas, mujeres en general. Antes, ahora y siempre no solo son las protagonistas de coplas y rondas y versos, sino también de nuestras vidas. Y, sin hacer demasiadas referencias históricas, creo que es obligado a hacer mención a los proverbios de la Sagrada Escritura donde se nos revela la fuerza espiritual de la mujer: «Supera el valor de las perlas/ planta una viña con el trabajo de sus manos/ ciñe sus lomos con vigor y fortalece sus brazos/ su lámpara no se apaga nunca/ de noche tiende sus brazos al pobre /al necesitado alarga sus manos/ y en sus quehaceres siempre hay palabras de Amor…». He ahí el prototipo de la mujer que dibuja una tradición secular, pero, no obstante, el ideal femenino ha evolucionado a través de la historia, siempre desde la concepción de la mujer de una gran fuerza espiritual. Se mantienen unas constantes en el tiempo en cuanto a sus virtudes y cualidades: unas más llamativas, otras, más modestas o discretas, siempre equiparable com las del hombre, pero en todas, absolutamente en todas, destacan su belleza, su tacto, en el sentido exacto de la palabra, para resolver los problemas que afrontamos en la vida.

Si analizamos como es la mujer leonesa en nuestro cancionero, hay que señalar que la tradición reserva, en primer lugar, a la mujer el papel de madre, en términos amplios. También multitud de romances recogen, las hazañas de mujeres leonesas célebres, que han definido con su testimonio vital el carácter y la fortaleza de la mujer leonesa: la dama de Arintero, entre otras. Abundan las coplas aldeanas y populares donde los actores son unas veces los pastores o labradores, pero sobre todo las mujeres o «las damas». Las canciones nos hablan del pueblo humilde y gran parte de ellas sirven para el cortejo y conquista de la mujer. Canciones de nuestra tierra que han llegado hasta nosotros por medio de juglares, cantores profesionales que se ganaban la vida ante el público, transmitiendo poemas, gestas o canciones. Su labor era de entretener e informar de los sucesos acaecidos en zonas colindantes al lugar de su actuación. En este sentido, había varias clases de juglares. El cazurro: Era el que ejercía las artes plebeyas; el remendador: el que se dedicaba a imitar. El goliardo estudiante o clérigo conocedor de instrumentos y componedor de canciones, y el narrativo o de gesta se apropiaba de cantares o gestas escritas por un trovador.

Para seguir con nuestro relato oigamos las voces de las comarcas: «En el fondo del mar nació la perla/En el campo la violeta azul/ En la alta nube/ La gota de rocío/ En mis sueños tú»: recogida de varias comarcas. En la montaña se oye esta canción: «Pastorcito, lo quiero/ quiérole Pastor/ y que lleve y me traiga/ de nuevo el amor». En la comarca de Riaño se canta esta copla: «¿A dónde vas morena?/ ¿A dónde la resalada?/ ¿A dónde va mi morena?/ A la fuente va por agua». En la comarca de La Bañeza se canta: «Ábreme la puerta/ la puerta de la calle/ no vengo borracho/ que vengo del baile». Otra canción de esta comarca muy celebrada es: «En casa del Tío Vicente/ con tanta gente/¿ C’abra, c’abra?/. Son los mozos de aquel barrio/¡ Leré! /qué con las mozas/ ¡Leré!/ quieren bailar». Por la comarca del Órbigo, rica en cantares y decires, se escucha: «Mozos. hay, hay mozos hoy/, mozos hay en la Ribera,/ unos de media polaina/ y otros de polaina entera», y dedicadas a la mujer: «Soy del hoyo, soy del hoyo/, soy de la rica Ribera,/ donde se produce el oro, el azúcar y la canela». El mejor exponente de las canciones de la Maragatería son las relativas al noviazgo y la boda: «En el corazón te traigo/ que no puedo más dentro;/ ya me puedes entender/ si tienes entendimiento». Otra muestra: «Salga señor cura, salga/ con los libros de casar/ que los saca pocas veces/ y se van a apolillar». Y otra: «Los mandamientos de amor/ te voy a cantar Paloma/ para que les des el sí/ y me lleves a la gloria». De la Maragatería al Bierzo: «No me llames gallega que soy berciana/ cuatro leguas arriba de Ponferrada». Y la más cantada: «A Ponferrada me voy/ a caballo en mi borrica/ a la Virgen de la Encina/le cantaré una coplilla». En la comarca de Laciana, «¡Yayay, yayay!/ cómo retumba el pandero/ ¡Yayay, yayay!/ cómo lo tocaré yo/ resalada, ay, mi amor». En la comarca del Páramo, escuchamos: «El ruiseñor a su amada/ la acaricia cuando trina/ lo mismo a ti, entusiasmada/ te canta la estudiantina».

Finalmente, no olvidamos la comarca de los Oteros con su hermosa jota: «Los titos, los corbillos…». En Valencia de Don Juan: «Allá arriba en aquella montaña/ había una caña/ y en ella una flor/ labrador, labrador es mi amor». En Cistierna se registra una jota muy conocida: «Redoble y redoble/ vuelve a redoblar/ con este redoble/ me vas a matar». Y otra: «Anda, Dolores anda, Dolores el pañuelo de seda cayó en las flores y debajo estaba mi corazón». Por Sabero y Sahagún de Campos recogemos una canción muy conocida que hace referencia al molino: «A la luz del cigarro,/ voy al molino…». Y finalmente: «A ti Virgen del Camino, reina y madre. del pueblo leonés/ te cantamos con amor».

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