Cerrar
Publicado por

Creado:

Actualizado:

Proclamamos con clarines de fanfarria nuestro inalienable derecho a la privacidad, defendemos como espartanos en Termópilas, nuestra sacratísima dignidad. Pero cuando el demonio de la avaricia nos enseña su patita no dudamos en entregarle hasta el derecho de pernada. Millones de propietarios en todo el planeta se han subido a la carreta de internet  para convertir sus propiedades personales en lucrativos negocios, con  la cuadrilla de Airbnb y similares. 

Millones de propietarios entregan jubilosos las alcobas de su vivienda para completar sus ingresos es decir para apurar un poco más el carrito de la compra. Otros millones más entregan los inmuebles enteros de sus segundas residencias a los eventuales visitantes. Pero los más avariciosos hasta entregan sus alcobas personales, su propia cama, su propio colchón, icono de la privacidad, a los lucrativos intrusos.

Si preguntas a cualquiera de ellos si no se avergüenza de ceder el santa santorum de su privacidad a extraños, te extenderán, con sonrisa de raposo, la estirada minuta de su  arriendo vacacional. Los argumentos de contabilidad están por encima de todo en estos tiempos de la Edad del Perro, es decir del cinismo a tutiplen

Saben de sobra que esos forasteros que ocupan sus viviendas pondrán sus forasteras posaderas sobre la misma taza que ponen las suyas, Usarán sus mismos platos, chuparan sus mismas cucharas y tenedores. Saben que sus huéspedes podrán husmear a placer todos los rincones de la casa mientras la ocupen, vomitar sus borrachuzas encima de las mesitas del salón, orinar en la maceta de tuca, eyacular sobre el colchón de su cama y algunas otra fantasía (o gamberrada)  más. Por desgracia muy habitual, porque los arrendatarios siempre piensan que pagan más de lo debido y se resarcen con vandalismos de ese cariz. Lo saben los propietarios pero cierran la manija de esos sus pensamientos con la imagen del manojo de billetes que ha desembarcado en su cuenta. 

Esta es ciertamente una Edad del Perro (el símbolo de los cínicos) en donde, a todos los valores de antaño, se superpone uno, solemne imperial: ingresar, facturar.. ante todo,  para gastar y cargar el carrito de las compras un poco mas,

P.D.: ¿Es una bulimia monetaria de hondísimas raíces y no hay medicina standard que pueda frenarla. A estos propietarios tan orgullosos de sus pluri-ingresos solo les queda franquear una última barrera para su afán recaudatorio: arrendar el su propio para plantar una chirimoyo?

Cargando contenidos...