Diario de León
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La política, de cualquier nivel, se ha convertido en lucha de egoísmos personales. Ese dicho clásico de «por el interés te quiero Andrés» se ha practicado con toda devoción en las últimas negociaciones y pactos para mandar en ayuntamientos y comunidades. Los perdedores tienen un cabreo monumental, y sólo se consuelan un poco embistiendo contra los demás.

Todos deberían aprender a tomarse la vida, el ganar o el perder, con mejor filosofía. Así serían menos desgraciados y más felices, pues es malísimo para la salud tomarse las cosas tan a pecho, tan a la tremenda, sin parar de arremeter contra los enemigos políticos, que, en realidad, sólo son una proyección de sus propios fantasmas mentales distorsionados y descontrolados.

Creo que fue Quevedo el que dijo, lamentándose: «Para una vez que me cagué todo el culo se me vio», frase magistral que viene a definir con total claridad y rotundidad la injusta mala suerte que demasiadas veces tienen las buenas personas, honestas, educadas, y ancianas, que, sin poder evitarlo, son pilladas «in fraganti» meando bajo la protección de un árbol o de un matorral de cualquier solar abandonado (lleno de basuras), cometiendo un gravísimo atentado contra el medio ambiente mundial, culpable del cambio climático, de la sequía, de la degeneración social y de cualquier otra mandanga que pueda pasársele por la cabeza a la autoridad.

Sin embargo, tres ayuntamientos del Bierzo, una confederación hidrográfica, una consejería de medio ambiente y un ministerio, permiten y amparan que todas las aguas fecales de una población de tres mil habitantes, que se duplica en los meses de estío y vacaciones, sigan vertiéndose libremente, directamente, a uno de los ríos más limpios, más emblemáticos y queridos, con el agravante de que hay cerca una playa fluvial que reclama bañistas incluso con video en Fitur, y poco más abajo un « pequeño complejo turístico de baño, juegos y diversión» frecuentado por cientos de niños cada temporada veraniega. Casi toda la gente de esta ensuciada zona conoce el asunto, pero se calla, traga, y lo que es casi peor: se enfada con el que lo comenta o denuncia. Hay cerca una estación depuradora, pero no se ha puesto la tubería que lleve hasta ella todas estas aguas sucias, fétidas, contaminantes. El pestilente problema es viejo, más de una década, pero ni una palabra se ha dicho en los mítines de los políticos que han hecho campaña pidiendo el voto como siempre, alardeando que ellos son muy buenos, los mejores.

Es increíble que los culpables del estercolero de España, que están llenos de porquería hasta la cejas, se crean inmaculados y exijan a sus víctimas que los santifiquen, los voten y los suban de nuevo a los altares de la soberbia.

Hay mala gente especializada en dar publicidad a las legañas ocasionales e inevitables de los hombres honestos. Les gritan diciéndoles que dan asco, y, al mismo tiempo, ¡qué valor!, se tragan, con sumo gusto, todas las vomitonas de sus queridos ídolos que dicen trabajar para redimir a los «pobres parias de la tierra».

Estos «genios del bien» tienen la piel tan fina y delicada que les molesta sobremanera que les llamen imbéciles, pero ellos no paran ni un minuto de llamar fascistas, dictadores, gentuza y canallas a esos otros políticos que son tan decentes o más y cuentan con mucho más votos. Deberían aprender que «fascista es todo aquel sujeto que cuando pierde en unas elecciones libres y democráticas se atreve a decir que el pueblo se ha equivocado, y si acepta el veredicto de las urnas es a regañadientes».

Sencillito, y fácil, pero no lo entenderán porque la albarda política les aprieta demasiado.

Yo sí felicito a la derecha (me alegra su generosidad por el bien de España) que en esta ocasión, a pesar de todo, ha votado a favor del PSC para impedir que los separatistas pudieran gobernar el Ayuntamiento de Barcelona, y también en el Ayuntamiento de Pamplona (recordemos que en 2009 el PP hizo Lehendakari a Patxi López).

A los que quieran seguir arremetiendo contra el gallego aspirante a gobernar España les doy una buena pista para que logren deteriorar su imagen y prestigio. Se trata de una fotografía (que ustedes, tan listos y puros, deben buscar y encontrar), del año 1968-1969, en la cual, celebrando la Primera Comunión, aparece con los morritos manchados y hasta la camisa sucia, por culpa del riquísimo chocolate a la taza y el roscón de huevos caseros que se estaba zampando. Gran delito, sin duda.

Cuando se publique este artículo, posiblemente ya será ganador de las Elecciones Generales del 23 de julio el señor Núñez Feijóo, jefe de los de la «torcida derecha», del torpe pelotón de arrugados (sacando el pecho por la espalda), que todavía hoy no se han enterado o querido enterar de la razón por la cual el pueblo español les otorgó el 20 de noviembre de 2011 una inmensa mayoría absoluta de 186 escaños (en la práctica convertidos en «escoños). Los «populares» no se han arrepentido ni han pedido perdón a sus votantes, y lo que es peor: sus incumplimientos y desvaríos propiciaron la llegada de Vox a la escena política.

El PP, por demérito de sus oponentes, volverá a ser la «tabla de salvación» y el «clavo ardiendo» al que se agarrarán una mayoría de españoles, pero muchísimos menos que en 2011.

¡Qué pena que no podamos votar al «maestro armero» que, seguramente, atendería mucho mejor nuestras justas reclamaciones!

El que esté libre de culpas…

Con toda Burbialidad.

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