Diario de León
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Los malos gobernantes engañan con facilidad, gastando mucho más de lo que recaudan. Son tan embaucadores que recurren al endeudamiento, sin tregua ni descanso. Así, año tras año, nos van empeñando más y más al mismo tiempo que nos dan la murga de que España prospera y disfrutamos mejores servicios públicos. La realidad es que la bola de la deuda aumenta sin parar, y serán nuestros herederos los que se verán obligados a pagarla. Cosa tan lamentable sucede por no querer vivir conforme con el buen equilibrio presupuestario. Se va acumulando déficit año tras año, que es lo mismo que «Vivir por encima de nuestras posibilidades reales metiéndonos en deudas», frase que escribí en «¡Ay, la economía!», artículo publicado en Tribuna de Diario de León el 17-11-2005. Y toda esta «alegría» con el agravante de no ser dinero pedido a bajo interés para invertirlo bien, sí para gastarlo en juergas. La economía productiva no genera riqueza suficiente (sufrimos una de las mayores tasas de paro de la UE, y su coste anual ronda los 28 mil millones de euros), pues está asfixiada por las malas decisiones políticas y el gasto inútil de algunas administraciones. Lo que debemos no se podrá devolver si las empresas privadas no funcionan, no crecen por culpa de la excesiva burocracia, la inseguridad jurídica y la inestabilidad fiscal.

Así, el coste de la deuda seguirá creciendo (ya está en 30.200.000.000 año 2022) como una sanguijuela, una sangría económica que no se podrá detener aunque el Banco Central Europeo vuelva a bajar el precio del dinero, castigando el ahorro, premiando el gasto y el consumismo.

Sería bueno un acuerdo de los países ricos para reducir la jornada laboral y acabar con el desempleo, pues el verdadero progreso consiste en tener un trabajo decente, una vivienda digna, un entorno sano en el cual se respeten las normas y nos sintamos protegidos por un sistema de valores que destierre la violencia, la mentira, procurando concordia e ilusión por un mejor futuro.

Hay que invertir en I+D+I, en formación profesional. Los gobernantes tienen la obligación de promover el bien común, sin engaños, sin falsos datos económicos, sin «echar balones fuera» y utilizar los mercados como excusa.

Los especuladores van a existir siempre, pues en la economía son como las aves rapaces en la naturaleza, necesarias para el buen equilibrio y conservación de las especies. Depredadores, carroñeros y especuladores tienen derecho a darse de vez en cuando un gran banquete, pero, afortunadamente, sólo lo pueden hacer contra seres o economías sin defensas, moribundas o muertas. No se puede permitir que los gobiernos, en minoría, o en cobardía, se dejen chantajea por partidillos separatistas que buscan sacar tajada, aumentando el gasto público en burocracias que lastran el crecimiento y el verdadero progreso. Así se explica que tengamos 3,5 millones de funcionarios, políticos y asesores, informatizados (la informática reduce tiempos, facilita y mejora información), y además un 10% de servicios públicos básicos que están privatizados. Sin embargo, paradójicamente, nos faltan médicos, enfermeras, maestros, inspectores de trabajo, jueces y personal de justicia, guardias civiles, investigadores, etcétera, etcétera.

Tengo escrito muchas veces que «cuando el PP y el PSOE se pelean los separatistas se frotan las manos de contentos». Mientras socialistas y populares no se pongan de acuerdo los españoles seguiremos explotados y humillados por los enemigos de España, a los cuales les importa un carajo la igualdad, la justicia, la solidaridad que tanto cacarean. Estos elementos sólo buscan aumentar sus privilegios.

En 1956, Charles Wright Mills, en la página 88 de su libro «La élite del poder», nos recuerda que Young ya había dicho «parece necesario cierto grado de payasadas como efecto escénico para el funcionamiento de la democracia, pero en economía las payasadas sobran». Sí, payasadas que nos salen muy caras, como el famoso «Plan E» del 2008 y los cheques regalo actuales que engañan a la «borreguería».

¿Dicen que hemos mejorado mucho en derechos sociales y libertades? Claro que sí, «genios», hay trabajo para todos, los empresarios nos reducen la jornada laboral, nos suben los sueldos y nos alegran la vida. La S.S no nos hace esperar tres meses para operarnos de cáncer, cuida nuestra salud bucodental, y las revisiones de la vista y las gafas también gratis; los pacientes con enfermedades raras no tienen ninguna queja; hay buenos pisos de promoción y financiación pública para alquiler o compra en condiciones inmejorables; residencias de la tercera edad casi gratis; cuidadores sociales que nos visitan y atienden, de tal manera que ser anciano y perder facultades físicas y mentales ha dejado de ser una «desgracia» y ha pasado a ser una «bendición» gracias a un sistema que es verdaderamente democrático, servicial y progresista. ¿Verdad que sí? Además, las palomas callejeras viven felices, hay bicicletas eléctricas municipales para todos, patinetes particulares haciendo artísticas filigranas por las aceras y el bulevar José Aguado, sorteando a los ancianos que no podemos evitar ser un estorbo.

El otro día hasta encontré un banco que estaba casi limpio, y un metro y medio de acera sin cagadas, sin escupitajos, sin chicles, sin meadas en las farolas y fachadas.

Ahora ya no hace falta salir al monte para disfrutar la delicia de contemplar aves rapaces, córvidos, osos, lobos, jabalíes, ratas y cucarachas. ¡Viva mi ironía!

«Yo sólo entiendo el progreso que aumenta la calidad y baja el precio». ¡Vamos progresando, sí, de jeta! El que esté libre de culpas...

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