Microcredenciales, nueva modalidad de formación
Las distintas corrientes que periódicamente aparecen en el mundo educativo tienen la peculiaridad de ser especializaciones intensas, rápidas, lineales y proactivas. Una última novedad después, o en paralelo, a las también nuevas situaciones de aprendizaje, es la aparición de formatos alternativos para acreditar y certificar la formación o la titulación de los que las poseen: son las microcredenciales. El 20 y el 24 de marzo de este año se celebró en Castelldefels la Cumbre Internacional de Microcredenciales y el 19 de junio el Ministerio de Universidades presentó en Málaga en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, un fondo de 50 millones de euros para el desarrollo del Plan Microcreds. Su objetivo es financiar la producción de microcredenciales, de becas y ayudas para la formación de adultos entre la universidad y las empresas. Se trata de programas cortos y de formato flexible, muy en la línea empresarial, que además cuentan con el aval de la Unesco y de la Comisión Europea. Estas nuevas certificaciones de capacitación y formación realizadas validan las competencias y los resultados de aprendizaje obtenidos en experiencias formativas de corta duración como pueden ser un curso online o presencial, o cualquier otra forma de especialización concreta, casi siempre vinculada al saber hacer.
Una microcredencial es el reconocimiento de un logro, de un saber, de una experiencia o de un resultado de aprendizaje, que acredita una competencia aprendida y que se certifica digitalmente. La formación con el sistema de microcredenciales, que pueden ser universitarias o no, consiste en periodos breves de formación (tienen que tener menos de 15 créditos ECTS, es decir, menos de 375 horas) dedicadas a la adquisición de conocimientos, habilidades o competencias muy específicos, de formato flexible y adaptable a las diversas necesidades y limitaciones de disponibilidad del alumnado. Podríamos decir que son como pequeñas titulaciones específicas, novedosas, actuales, punteras en algún sector, muy ligadas a las empresas, y muy aplicadas siempre. Las microcredenciales además son propiedad del que las posee, se pueden compartir y son portátiles, acumulativas, y temporales, lo que quiere decir que las competencias que certifican las microcredenciales tienen fecha de caducidad. Además, están respaldadas por una garantía de calidad según las normas del sector de actividad determinado que acredite la microcredencial.
Esta modalidad de formación ha interesado a instituciones de formación, universitarias o no, de políticos, de legisladores y de líderes empresariales, que la están desarrollando de forma rápida y ágil, ayudados por la gran financiación otorgada a las mismas. Los resultados obtenidos evidencian el crecimiento exponencial de las microcredenciales en un amplio contexto sociocultural, insertándose en una ecología formativa compleja vinculada a la historia, a la política, a la cultura, a los cambios sociales y tecnológicos que debaten cómo se valora la aptitud y el conocimiento en una sociedad en pleno cambio hacia la digitalización.
Su origen es el cuestionamiento de los modelos actuales en la educación superior y el estatus tradicional de los grados universitarios, que no preparan adecuadamente para la empresa. Por tanto, las microcredenciales no son una mera moda pedagógica pasajera, sino que cuestionan aspectos mucho más amplios en torno a temas como la empleabilidad, la naturaleza cambiante del empleo y los nuevos modelos de aprendizaje permanente.
Las microcredenciales son, pues, una certificación del saber competencial que se otorgan a los usuarios de un curso o programa de formación específico. Pueden ser certificados digitales o diplomas físicos, pero en todo caso son verificables, breves y temáticos. Difieren de los títulos universitarios, como los grados, expertos, doctorado, etc., por ser mas ágiles, más cortas, más aplicadas y más específicas, y también en que son flexibles en la exigencia de formación previa para acceder a ellas. Técnicamente las microcredenciales pueden ser emitidas por diferentes instituciones como las universitarias, pero también por tecnologías, como el Blockhain, LMS (Learning Management Systems), Credential Wallet, Open Badg, y otras. En estos casos en la certificación los estudiantes reciben una clave criptográfica con el logo de la institución que lo emitió que pueden usar para mostrar su credencial a las empresas o a las instituciones de educación, son como una especie de insignias digitales. En el aval de las mismas, la Unión Europea considera que “las microcredenciales pueden tener un papel en la consecución de los objetivos principales de la UE que tienen que lograrse a partir del 2030, en particular el objetivo de que el 60 % de la población adulta participe en actividades de formación cada año y que la tasa de ocupación sea de al menos el 78 %”.
Pero las microcredenciales tienen también sus ventajas o fortalezas y debilidades o inconvenientes. Entre las primeras señalamos la flexibilidad formativa previa para el acceso a las mismas; no es preciso haber cursado estudios anteriores, la personalización de la acreditación, la verificabilidad de las mismas y la formación continua. Entre las debilidades o inconvenientes, se señala la falta de regulación, al estar en fase de implantación, el alto precio de este tipo de formación, la falta de estandarización de los contenidos que se imparten que difieren en función de la institución, la caducidad en el tiempo y, solo en algunos casos, la falta de reconocimiento de los saberes acreditados en la certificación o diploma.
La expansión de esta modalidad educativa es imparable y ello exige a las instituciones de formación, a las universidades y a las demás, cambios radicales en los modelos de formación, transformarse en modelos edusistémicos, adecuar las titulaciones a las necesidades sociales, priorizar las competencias aplicadas, en suma, conseguir egresados capacitados para los empleos actuales, para los futuros y para cualquier necesidad socioeducativa sobrevenida.