Diario de León

Visita a la Casa Museo de García Lorca

Publicado por
Afrodisio Ferrero Pérez
León

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Los grandes personajes tanto de la historia como de la literatura, siempre vivirán a través de sus obras. En este caso, me refiero a Federico García Lorca (Fuente vaqueros -1898-, Viznar -1936-). Muy recientemente la obra: La casa de Bernarda Alba ha sido «censurada» en Florida (EE UU), donde predomina el español. Por esta circunstancia he creído oportuno hacer mención a una visita realizada el pasado año a la Casa Museo de García Lorca, instalada en Valderubio (Granada). Naturalmente para llegar a esta población es preciso pasar, primeramente, por el lugar de nacimiento (Fuente Vaqueros). ¿Por qué se encuentra el pequeño museo en otro pueblo distinto al de su nacimiento? Se trata del segundo hogar dónde Lorca vivió sus años juveniles en compañía de sus padres: su madre, maestra nacional en Fuente Vaqueros (donde se ha erigido una gran estatua al poeta y dramaturgo universal). En los primeros años escolares, Federico asistió a la escuela donde ejerció su madre la docencia (a unos cinco kilómetros del primer domicilio). Y, su padre notable propietario agrícola, quien se trasladó con su familia a la citada población de Valderubio (a 50 Km de Granada). Como detalle transcendente, Fuente Vaqueros, Valderubio y Viznar, son tres poblaciones dónde queda plasmada la vida y muerte de García Lorca. Nació en 1898, (ahora hace 125 años) y fue asesinado, con 38 años, en la localidad de Viznar (a 25 Km de Granada). He ahí tres lugares que marcan la biografía de un gran personaje del universo de la cultura. Resulta conveniente evocar las palabras de un poeta clásico: «Que nadie en mi muerte me honre con su llanto, porque arderé vivo en boca de los hombres». Podríamos añadir a la misma expresión en boca de las mujeres, como en la obra: La casa de Bernarda Alba , tantas veces escenificada aquí y allá. Asoma su teatro a Hispanoamérica como Casona con éxito indudable. Porque desde aquella inolvidable fecha del 36, la figura de Lorca no se ha detenido. Quizá no haya nación del mundo en la que no esté traducida su alma. Los poemas y las obras de teatro se recitan y se representan sin cesar en el mundo cultural. En este marco, un selecto legado —siempre analizado y admirado— se halla en ese entrañable museo familiar de Valderubio. Se trata de un edificio de dos plantas, con un «corralón» y «anexos» a semejanza de una casa de campo agraria: por una parte, para guardar útiles y aperos de balanza, y por otro lado, con distinto acceso, para dependencias del hogar familiar, y otras parientes. Ahora, como hemos señalado, todo ese complejo se ha transformado en una muestra que contiene, en mi opinión, lo más valioso de Federico, como genio literario y dramático: su gran ilusión por la música y las artes en general. De ahí que conserve, en la primera planta, según se entra a la derecha, un piano del poeta, quien recogió y armonizó canciones populares: Anda jaleo; Los cuatro muleros; Las tres hojas; Romance de los mozos de Monleón; Las orillas de Jaén; y Sevillanas del siglo XVIII; entre otras. Y antes de pasar al salón central (antiguo comedor): espacio que conserva su estructura original, ilustrado con cuadros simbólicos y religiosos de la época, enmarcados con sello artesano. También conservo, en mi memoria, un cuadro, que se halla en el pasillo de la entrada, relacionado con la paz: ilustración que refleja una joven que empuña una rama de olivo, y al fondo una paloma que se aproxima a ella con las alas abiertas. «Cuando hubo pasado la puerta,/ mis palomas sus alas tendieron,/ y mi perro que estaba dormido,/ fue tras él, sus pisadas lamiendo».

Ya en la segunda planta —siguiendo las explicaciones de un nieto de García Lorca—, el antiguo desván se ha transformado, de forma mágica, en una verdadera «sala de exposiciones»: recuerdos, cartas, poemas y diversos escritos del poeta y dramaturgo dirigidos principalmente a su familia. Su letra es modélica y de fácil lectura. Se conserva una solicitud cursada a la dirección del Instituto de Enseñanza Media de Almería. En este legado no podía faltar los muñecos del teatro guiñol: Los títeres de Cachiporra, en sus actuaciones para niños. «Yo sueño ahora lo que viví de mi niñez», dice, con plena sinceridad Federico, quien, según mis acompañantes viajeros, tenía una visión mítica de la infancia, y, además, sin olvidar su sentimiento religioso: «Yo me imagino esta tarde santo/ que soy santo/ me pusieron la luna en mis manos/ y el Señor me premió/ con la rosa y el halo». Sin pretender hacer una glosa de su extensa obra, quizá el Romancero Gitano señale la plenitud poética de Lorca. Y, «El llanto por Ignacio Sánchez Mejías, «poema elegido de ancho aliento» sea otro ejemplo de su creatividad. Respecto al teatro lorquiano siempre tuvo favorable acogida, y puede resumirse en dos palabras: «poesía dramática».

En resumen, tanto la obra práctica, como el teatro siempre surgieron nuevas interpretaciones como «escritura de creación». De todas formas, el tema popular y ambiente trágico, como es Yerma o La casa de Bernarda Alba suelen llamar la atención por penetrar en el alma popular (de cada época). Resulta sorprendente que un lugar del mundo actual, como es Florida, sea censurada una obra de transcendencia dramática y literaria, que expresa una situación alegórica en la que «se oyen sufrir entre estériles esfuerzos por hacerlos callar». Tras estas observaciones, la casa exposición de Valderubio supone la cristalización visual de recuerdos, ericaciones y teatitronios que constituyen el soporte de la trayectoria vital del poeta y dramaturgo García Lorca.

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