Diario de León

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Desde su fundación por iniciativa del Emperador Alfonso VII, después de la toma de Baeza, el 25 de julio de 1147, todos los años, el fin de semana anterior al mencionado 21 de diciembre, se celebra con todos los fastos religiosos posibles, dentro la humildad y modestia y caridad cristiana con las que vivió y murió nuestro santo patrón. 

Esta es una celebración muy especial en la Real Basílica de San Isidoro, con el total respaldo del Abad y Cabildo Isidoriano, lo que facilita sobremanera la seriedad y rigor de los actos que se llevan a cabo, como son la celebración del acto de la Luz y la Palabra y la imposición de hábito y medalla, a los nuevos ocho Ilustres Caballeros y Damas Cofrades que ingresan en el presente año, así como la entrega de dos nombramientos especiales como Iltre. Caballero Cofrade de Honor a Ignacio de Dompablo Ferrándiz, Coronel-Director de la Academia Básica del Aire y del Espacio y la de Iltre. Dama Cofrade de Honor a Adriana Ulibarri Fernández, Presidenta del Diario de León.

Durante el reinado de Sancha y Fernando, allá por la mitad del s. XI, con la capital del reino astur-leonés ya establecida en la ciudad de León, desde hacía siglo y medio, estos grandes monarcas, habían financiado la ampliación de la capilla palatina, ubicada al lado del propio palacio real y apoyada en la misma muralla romana de la Legio VII Gemina, inicialmente bajo la advocación de San Pelayo y luego de San Juan Bautista, con reliquias de ambos, el primero mártir y el segundo el humano que bautizó a nuestro Dios hecho Hombre.

Pero pareciendo insuficientes, quisieron ampliar el poderío espiritual de esta pequeña iglesia, que por entonces se conseguía a través de poder venerar reliquias de personas que habían llevado vidas ejemplares y con repercusión en el devenir de los tiempos.

Y de este modo, en uno de sus avances de la Reconquista, por las tierras de la conocida como Extremadura leonesa, en concreto desde la Mérida romana, el rey Fernando I de León, envió una comitiva hacia Sevilla, al frente de la cual iban el obispo Alvito de León y el obispo Ordoño de Astorga, para solicitar el tributo anual que Al Mutamid, rey de la ciudad bética, debía de entregar al rey leonés.

Aparte del pago dinerario, llevaban la misión de traer también las reliquias de Santa Justa y Rufina, patronas de la ciudad hispalense. El mandatario árabe después de buscar muchas excusas manifestó que no las encontraban por ninguna parte. Dice el Libro de los Milagros de San Isidoro, que unos de esos dias de ayuno y abstinencia, rezando para poder cumplir con su encargo, se le apareció al obispo Alvito, en sueños, el Santo Isidoro diciéndole «que él les indicaría dónde estaban sus restos y que cuando sonara su bastón tres veces, allí los encontrarán, para poder llevarlos a León, pero que a cambio el entregaría su vida al Señor».

Y así ocurrió, el santo les fue indicando, saliendo de Sevilla hasta atravesar el Guadalquivir, llegando a una pequeña ermita en Itálica, hoy denominada Santiponce, lugar del traslado de sus restos humanos, desde la Iglesia de San Vicente, en Sevilla, donde había muerto el Santo Sabio; cuando los mahometanos invadieron el territorio andalusí, a principios del s. VIII, por miedo a que las destruyeran.

A los tres días de este hecho, Alvito enfermó y murió. El cuerpo fué embalsamado para ser portado hasta León y ser enterrado como obispo, en la catedral legionense. Se había cumplido lo manifestado en la aparición en sueños de Isidoro.

No obstante hay historiadores que manifiestan que fue una auténtica jugada diplomática la petición inicial de los restos de Santa Justa y Rufina, por otro lado muy venerados por los sevillanos, aún en el período bajo la religión del Islam, fué un «órdago a la grande», para, sabiendo que se los iban a negar, poder traer lo que auténticamente iban a buscar, que eran los restos del Santo Isidoro, Doctor universal de la Iglesia, denominado popularmente como «el mas sabio de los santos y el más santo de los sabios».

Esas reliquias sí engrandecieron la espiritualidad de la iglesia románica de León, tratando de acercarse lo más posible, a la verdadera capital religiosa del reino que era Santiago, en la Galaecia, pues Isidoro era considerado el «gran y auténtico pedagogo de Europa».

El trayecto desde Hispális a León, por la denominada Ruta de la Plata durante la dominación romana, con los restos del Santo, así como el cuerpo de Alvito, con posterioridad santificado y enterrado en la Seo leonesa, fue de un gran recuerdo en siglos posteriores, pues la comitiva fúnebre durante todo el trayecto fue esperada y agasajada en todas las ciudades y pueblos por los que pasaba, los vecinos se arrodillaban y santiguaban. Muchas de las iglesias donde se depositaba el arca que contenía los restos, pasaron a dedicarse al santo, como el caso de Ciudad Rodrigo, Pozuelo de la Orden, Valverde del Camino o Villibañe, ya muy cerca de la capital.

La entrada a la ciudad, relatan los cronistas, fue impresionante, a hombros de reyes e infantes, dirigiéndose los restos de San Isidoro hacia el templo románico del palacio real y el cadáver de Alvito a la catedral, donde están sepultados desde entonces.

Y después de los casi cuatro siglos en Santiponce, llevan 961 años aquí en tierra leonesa, casi diez siglos siendo centro de referencia espiritual e histórica de la grandeza del conocimiento basado en la vida y la obra del Obispo de Sevilla, relación de conexión para de la fundación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (C.S.I.C.), referencia puntera, tanto europea como mundial, del estudio y la investigación, habiéndole declarado patrón de esta institución, a mediados del s. XX, conservando una pequeña reliquia simbólica de su cráneo Del mismo modo fue declarado por el Consejo Pontificio de Comunicaciones del Vaticano, como patrón y referencia de internet y de los internautas desde principios del s. XXI. Algún humanista dejó escrito: «La grandísima sabiduría del Santo Isidoro, dejó ensombrecida su profunda santidad». Y como siempre finalizamos con nuestro grito de paz: ¡¡¡San Isidoro, rogad por nos!!!

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