MAGA contra Trump
Una guerra prolongada puede agravar el déficit presupuestario estadounidense hasta el extremo de la bancarrota, pero quizás sea lo menos importante

Los recientes bombardeos norteamericanos de las instalaciones nucleares de Irán han supuesto la ruptura definitiva del presidente Trump con la base electoral que lo aupó a la presidencia, el movimiento Make America Great Again, popularmente conocido como MAGA. A pesar de tratarse del presidente más independiente de los poderes fácticos en los últimos años, y también del más imprevisible, ha acabado por sucumbir a las presiones del todopoderoso lobby judío, representado por la AIPAC (American-Israel Public Affairs Committee).
Alison Weir, en su libro La historia oculta de la creación del Estado de Israel, expone los orígenes de ese grupo de presión, a principios del siglo XX, así como su evolución hasta la época actual, centrándose especialmente en los años previos al nacimiento de Israel. Nos muestra como ese lobby ha venido utilizando todo tipo de medios, incluidos el chantaje y el asesinato, para conseguir sus objetivos. Resultan especialmente aclaratorios los atentados de falsa bandera llevados a cabo contra la comunidad judía de Irak, en los años sesenta, para forzarlos a emigrar a Palestina. Así, si Israel no dudó entonces en asesinar judíos, nada nos impide pensar que el ataque de Sucot, de 7 de octubre de 2023, no fuese también organizado por el Mossad, para tener una excusa para arrasar y evacuar Gaza.
Hace más de veinte años, en una conversación grabada sin que él lo supiese, Netanyahu proponía golpear duro a los palestinos, sin tener en cuenta la opinión pública mundial, ya que los Estados Unidos siempre estarían de su parte. Probablemente haya llegado el momento de ejecutar ese plan, que pasaba por arrasar Gaza, descabezar a Hezbollah, controlar Siria y neutralizar a Irán, aunque éste último parece que se le está atragantando. Irán es un país demasiado grande, con una capacidad industrial y tecnológica enorme, al que se puede noquear en un ataque sorpresa, pero que va a ser difícil de vencer en una guerra prolongada, máxime con la «cúpula de hierro» convertida en un colador e Israel, por pura economía, a punto de tener que escoger que misiles derriba y cuáles no.
Trump iba de pacifista y pretendía poner a los Estados Unidos por encima de cualquier aventura internacional, pero su voluntad parece haber sido secuestrada por el lobby judío. Podría tratarse de los archivos de Epstein que, no olvidemos, era judío y agente del Mossad, o de cualquier otra cosa, pero el caso es que está llevando a su país a una guerra que, caso de prolongarse, puede suponer una sangría económica y de vidas humanas.
Precisamente fue el déficit presupuestario lo que lo enfrentó con Elon Musk, y ahora el bombardeo de Irán lo aleja de sus principales valedores, como el periodista Tucker Carlson, que lo ha atacado abiertamente. No olvidemos que fueron estos dos personajes quienes más le ayudaron en la campaña electoral.
El presidente Trump tiene ahora en contra a importantes políticos del Partido Republicano, como la combativa representante Marjorie Taylor Greene y el senador Rand Paul, entre otros muchos; pero también a destacados demócratas como la senadora Elizabeth Warren o el propio Bernie Sanders. Hasta su propia directora de inteligencia nacional, Tulsi Gabbard, se atrevió a criticarlo.
Una guerra prolongada puede agravar el déficit presupuestario estadounidense hasta el extremo de la bancarrota, pero quizás eso sea ya lo menos importante. Como indica el filósofo ruso Alexander Duguin en un reciente tweet, «Trump ha perdido su base electoral. Pero quizá no la necesite. Fue utilizado por algunos poderes ocultos, traicionó a sus seguidores, a MAGA, y ahora puede irse. La lógica de la Tercera Guerra Mundial es automática».