Más silencios

Todo tiene sus fronteras invisibles, su peculiar calendario. Por encima de fechas y calendarios convencionales. Hoy comienza la campaña electoral, esa que ya había comenzado y que en teoría no ha sido convocada. Y así hasta mayo, en un diario redoble de tambores de guerra de tú más. No es la declaración y la contradeclaración lo que produce hartazgo, sino el qué y el cómo. No sé si es posible reivindicar un silencio político, un silencio honrado, un silencio constructivo, que no brotase del interés por ocultar hechos e intenciones, sino del respeto al otro, de la meditación pausada. Los políticos hacen demasiadas declaraciones, su presencia visual y verbal es excesiva. Silencio. Un silencio que no nazca de la censura o de la dejadez, sino del anhelo de ser eficaz y de trabajar en los compromisos adquiridos. Es grotesca la obsesión por el carisma, de aplicar a la política la técnica de venta de productos no necesarios. No hay más carisma que la honradez y la eficacia, respaldado por la voluntad de servicio, por el amor a lo que se hace. El hombre adecuado para el cargo adecuado siempre es carismático, pues cumple con su deber y da lo mejor de sí mismo; sea alto o bajo, reservado o locuaz. La política está quedando reducida al arte de conservar el poder o de arrebatarlo, y hay que ir más allá. Lo ocurrido en Galicia es una señal de lo que la ciudadanía desea. Un político no debe creer que su cargo lo convierte en el presidente del consejo de administración de una empresa de su propiedad. Vale quien sirve, escribió Machado. Y añadimos nosotros: también quien sabe callar sin ocultar nada en su silencio.