Diario de León

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Otro mártir

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TODAVÍA teníamos en las retinas la imagen de la profesora de la Universidad del País Vasco, Gotzone Mora, como de abuela bondadosa, acompañada por otros seis profesores disfrazados de ertzainas o de sí mismos, escondiendo el miedo bajo pasamontañas negros. Presentaban un manifiesto suscrito por 253 docentes, en protesta por el acceso al claustro de Joseba Mikel Garmendia, presunto etarra en prisión preventiva que ha obtenido recientemente una plaza de titular en Economía Aplicada. Los firmantes del manifiesto pretenden erradicar de la UPV «las ideas de quienes están dispuesos a amparar o justificar el asesinato de un profesor universitario o de cualquier otra persona». Quieren, también, recuperar la palabra e impedir lo que ya está muy extendido: los tapabocas que enmudecen a profesores, alumnos y personal de servicios de la institución. La metástasis en la UPV está tan extendida, que empieza a ser un enfermo terminal. Quizá, a la misma hora que el colectivo Profesores por la libertad rechazaba el acceso a la carrera docente del «diseñador del aparato financiero de ETA», el Consejo de Ministros aprobaba el proyecto de ley que endurece las condenas para los terroristas, elevando las penas de prisión a cuarenta años, sin posibilidad de acogerse a los beneficios penitenciarios. La respuesta de los asesinos no se hizo esperar. Llegó ayer, acribillando a tiros al jefe de la policía municipal de Andoain: Joseba Pagarzaurtundua, 45 años, casado, dos hijos, socialista y miembro del colectivo ¡Basta ya!. Joseba estaba amenazado. Como tantos miles de vascos. Estuvo en el centro de la diana cuando pertenecía a la Ertzaina. Y se exilió en La Rioja. Con la tregua regresó a su pueblo e ingresó en la policía municipal. Una hermana suya es edil socialista en dicho municipio. Aunque el sórdido mundo radical y asesino le había quemado coches, fue salvando la vida como quien gana el paraíso a diario. Hasta que le enviaron al sicario del crímen, como antes lo hicieron con su amigo José Luis Lacalle. A los dos, en una mañana de sangre y estando sin escolta. Joseba estaba desayunando en un bar. Y el etarra, tras pedir un café, le descerebró de dos tiros en la cabeza, y otro más en un hombro. Murió a media tarde. El País Vasco ya cuenta con otro mártir. Los mártires en Euskadi los ponen siempre los mismos. Los otros, los que «están dispuestos a amparar o justificar el asesinato», son los que desde la prisión acceden a una plaza de profesor titular en la UPV, como denuncia Gotzone Mora y otros 253 docentes. Sin embargo, los tapabocas los ha zurcido el mundo radical, con la complicidad bastarda del nacionalismo, y amenzan con amordazar a los que sólo desean la libertad. Y callan. ¿Dónde están los otros más de 3.000 profesores de la UPV?. Estamos, sin duda, ante un enfermo académico muy grave.

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