Diario de León
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Aún me resisto a creer que en la Junta de Castilla y León pueda haber alguien tan lerdo técnica y políticamente como para fiarse de un estudio realizado, casi seguro con mando a distancia, para desechar la idea de poner en marcha el ferrocarril turístico entre Ponferrada y Villablino. De otro modo resulta inexplicable que por un puñado de euros de desfase, sean incapaces de ponderar los beneficios económicos y sociales que una ruta de esas características podría regalar a los cada vez más depauperados municipios que salpican la cuenca del Sil y sus aledaños. Es posible que en clave puramente economicista, poner a funcionar las locomotoras cada fin de semana y encargarse de su mantenimiento, no se costee con el simple abono de un billete. Pero hasta un tuerto lo vería, si al trazado del Ponferrada-Villablino se le incorporan otras ofertas en el entorno de la propia comarca, como Las Médulas, o la visita a un parque temático sobre la minería en el entorno de Fabero -por no hablar del propio Museo del Ferrocarril como inicio de la ruta- el aliciente resultaría capital como para que los sesudos políticos regionales aticen de nuevo la caldera los presupuestos para evitar el error histórico de relegar un proyecto de esta índole, que por si sólo, lógicamente, no puede resultar la panacea. Si se trata sólo de dinero, por mucho menos de lo que ha costado el documento defenestrador del tren, les sugiero que opten por la promoción de lo persistente. ¿Tal vez una paradita frente a las torres trillizas de Compostilla para llenarse los pulmones de dulce CO2?. ¿Acaso una sesión de escalada a pinrel descalzo sobre la macroescombrera en combustión de Alinos?, o ¿Por qué no?... Una jornada de puenting sobre los miniembalses que jalonan el Sil. Desde luego, que se ahorren el campo de golf que proyectan en Bembibre, porque a un golpe de swing tienen otro en Congosto en el que sus promotores estarían encantados de trincar alguna subvencioncilla. Salvo que pretendan que el Bierzo rivalice con Augusta y su glorioso Masters. Quiero pensar que en la Junta el estudio que supuestamente desaconseja el uso turístico del Ponferrada-Villablino no hallará eco. De lo contrario, al presidente Herrera el picor que aún le hurga el intestino desde la velada del sábado en Bembibre, le va a parecer un ataque de cosquillas en comparación con el meteorismo galopante que le pueda entrar el 25-M con la pérdida de votos en el Bierzo. La última vez que yo subí al auténtico Correo de MSP no me habría comido más de una docena de botillos en mi vida. Pero desde luego la simple evocación de su resurrección, me produce un inolvidable balanceo en el alma, me devuelve a la garganta un venerable retrogusto sulfuroso, y fundamentalmente la sensación de que existió un tiempo en el que las horas eran como minutos, y en el que todas las prisas eran por llegar a comer a Santa Marina, a Matarrosa o a Páramo. Quien quiera volver a recorrer ese paisaje vital debería subirse a ese tren. Los de la Junta también.

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