Ingleses

Asegura el refranero que no existe cosa más patética que ver a un infeliz tratando de hacerse pasar por importante. Y mal que nos pese, nuestro país ostenta el grado de pelanas en la actual escena internacional dominada a sangre y fuego por los Estados Unidos. Por ello, resulta lastimoso escuchar a los diplomáticos españoles, ofreciéndose como palanganeros serviles a los intereses americanos e ingleses, junto a otra potencia de primer orden como Bulgaria. Todo ello, según nuestro presidente, a cuenta de unas ventajas que se avistan más bien difusas en el horizonte oscurecido por el humo de la piñata que está a punto de caer sobre Bagdad. Pero como ninguna buena acción queda sin recompensa, el bueno de Aznar, ese hombre de acentos variables y que está hecho un toro bélico, con mugido y todo, ya ha recibido la primera en la frente por parte de su amigo Blair. Los ingleses, fieles a su eterno y desdeñoso pragmatismo, han solicitado la anulación de todas las ayudas económicas que hasta el momento viene recibiendo España de los organismos europeos. Aznar debería pensar que para tener amigos como Blair, es casi preferible quedarse con los enemigos. Pero no, consolidado en su papel estelar de Don Erre con Erre, sigue clamando por fregar los platos que Bush manche en su cocina. Ya sólo le falta, el día en que a Sadam se le caigan todos los palos del sombrajo, pasear como conquistador por las calles del Bagdad liberado a lomos de la cabra de la Legión. ¡Qué estampa para la historia!