con viento fresco
Villalar como sentimiento
A pesar de los veinte años de autonomía, la existencia de una conciencia regional en Castilla y León es aún bastante endeble, no sólo por el peso del hecho provincial, con casi dos siglos de existencia, sino por el escaso interés mostrado por las instituciones en crearla y fomentarla. Tampoco ha contado la comunidad con una pléyade de intelectuales orgánicos, en el sentido gramsciano del término, pese a los premios y premiados de diversas áreas de nuestra cultura, que ahonden en esta vertiente. Los intelectuales más aguerridos han sido los defensores del hecho provincial, los cuales se han opuesto de forma sistemática a todo proyecto, educativo o cultural, que pretendiera potenciar el sentimiento regional, utilizando para ello los argumentos más peregrinos, reinterpretando torticeramente la historia común o enarbolando a todo trapo, como los leonesistas, el victimismo leonés contra el detestado centralismo vallisoletano. Ahora las Cortes regionales han puesto en marcha, con bastantes reticencias, una llamada Fundación Villalar, cuyo fin es potenciar el sentimiento regional, utilizando para ello un hecho singular de nuestra historia común como fue la derrota comunera en Villalar. Ya sé que los de siempre en esta provincia, empeñados en un irredentismo sin futuro, se niegan a ver el papel que los comuneros leoneses jugaron en esa batalla, pese al temprano e interesante libro de Díaz Jimenez y Molleda sobre los comuneros de León, o al capítulo que yo mismo escribí sobre ese hecho en el tomo III de la Historia de León, que bajo la dirección de la ULE publicó el Diario de León en el año 1999. Como entonces, éstos no se pone al lado de la comunidad sino que, con el conde de Luna al frente, lo hacen del lado del emperador. No se trata sólo de agua pasada, de volver a la historia, sino de lograr un objetivo imprescindible hoy para cohesionar y vertebrar la comunidad: conseguir un más profundo y extenso sentimiento de comunidad. Algún partido político lo tuvo claro desde el principio, como Izquierda Unida, que en esto ha mantendido una coherencia elogiable; pero la actitud del PP y el PSOE ha sido en este tema incomprensible, y respecto a estos mismos partidos en la provincia de León verdaderamente lamentable y reprensible por su ambigüedad y oportunismo. La polémica desatada en León por Mario Amilivia y algunos otros dirigentes del PP y por Matías LLorente y una parte del PSOE leonés negándose a que la Diputación Provincial, otras instituciones y ayuntamientos, se abstuvieran de participar en la mencionada fundación es verdaderamente chocante. Sus reticencias no son un signo de pluralidad interna sino de incoherencia, porque a veinte años vista ya deberían tener claro qué tipo de organización territorial desean y cómo deben defenderla. Es probable que algunos dirigentes regionales, como Ángel Villalba, no hayan estado muy acertados en las formas; pero es evidente que tienen razón en el fondo al apoyar la creación de la Fundación Villalar, si quieren que se incremente el sentimiento regional. Si el PP y el PSOE, en León o en Valladolid, no cuestionan la comunidad tal como está hoy constituida, si no pretenden su ruptura sino su afianzamiento, deben contribuir con todos los medios a hacerla posible; y sino que lo digan. Polémicas, como las vividas esta semana, no son el mejor medio de contribuir a dicho objetivo, confunden al electorado y dan alas a los que propician la división. Es el miedo al leonesismo ante las cercanas elecciones municipales y autonómicas, lo que explica estos comportamientos; pero justamente eso es lo más criticable porque se ve demasiado el plumero del oportunismo. La conciencia no nace espontáneamente, se crea con esfuerzo continuado. La mayoría de las otras comunidades ya lo han conseguido, sumando esos esfuerzos y no restando. La prensa, la cultura, la escuela son medios imprescindibles para lograr ese objetivo, aunque no son los únicos. La mejor forma de vertebrar la comunidad se consigue con mejores infraestructuras viarias, con un desarrollo económico, con la creación de empleo. Pero no está de más una Fundación Villalar, porque Villalar es un sentimiento de comunidad, de pluralismo, de democracia.