Diario de León
León

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Sinceramente, a estas alturas no podría decantarme acerca del eterno tema de las cuotas de mujeres. No sé si son una vileza demagógica o una necesidad contra la desigualdad sexual -es una certeza que los hombres sólo tiran de sus colegas de machadas-. De lo que estoy segura es de la torpeza de crear guetos en los partidos políticos para minorías -léase jóvenes y mujeres-. Detesto estas entelequias que han creado los dos principales partidos: Mujeres para la Democracia y Mujeres Progresistas, lamentable. Se trata de una de las perversiones semióticas más certeras de cuantas produce la demagogia política. Cada una en su estilo, recuerdan a la sección femenina, no por sus fines sino por su espíritu. Suponer que la sociedad necesita que la mitad de los afiliados de un partido se organicen para alentar a las mujeres a desarrollar actividades de carácter social que las mantenga activas en el foro ciudadano es intelectualmente denigrante. ¿Porqué no Hombres para la Democracia o Hombres Progresistas? Supongo que porque ellos están demasiado ocupados en la realpolitik y no tienen tiempo de jugar a las casitas ni de reivindicar nada. Las asociaciones están integradas por mujeres de profesión sus maridos cuya principal tarea suele ser la organización de mercadillos o rastrillos varios y el ejercicio de la caridad moderna: esto es, cursos para la inserción laboral y para compaginar la vida profesional con la que se desarrolla en la esfera de la privacidad. Aún estoy esperando que nos sorprendan a todos con algún ciclo sobre el ajedrez y el Séptimo Sello, con una iniciativa acerca de los mercados emergentes o los thinktank que se encargarán de diseñar cómo se reconducirá la geopolítica postSadam. Todo esto viene al caso por el concurso de limonadas desarrollada por Mujeres para la Democracia la semana pasada. Este tipo de iniciativas están bien para que los organice alguna asociación pedánea, un ayuntamiento de pueblo o algún bar con solera, pero no la sección femenina de un partido político. Las mujeres podrían hacer honor al apellido que adorna la asociación y denunciar la violación de derechos humanos que se vive en Cuba. No creo que oigamos a la izquierda condenar las ejecuciones del terrorista Castro. El representante del PSOE en Estrasburgo ya le ha echado un capote justificando las penas de muerte, la detención de periodistas, intelectuales y activistas que tratan de acabar con la dictadura. ¿Dónde están ahora los que se agrupan en torno a plataformas? Tal vez, de turismo en La Habana. De IU ni me acuerdo; siempre jalean al asesino. Para ellos, que tanto defienden la igualdad, hay muertos más iguales que otros. Ya hemos visto las pancartas con la imagen del fascista Guevara en las manifestaciones contra la guerra. Llevamos demasiadas muertes a costa de un falso paraíso que ha demostrado su capacidad para aprovecharse de la estulticia de unos pocos y tapar así la muerte. Ojalá los cubanos vivan pronto su primavera.

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