Diario de León
León

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EL viernes comenzó la campaña electoral. A la fiesta de la democracia le restan trece días, catorce si contamos el día de reflexión. No creo que sea necesario tanto, al fin y al cabo, el 80% de los españoles ya ha decidido qué es lo que va a votar el 25-M. Y el 20% restante no cambiará la suya en estas pocas horas. Dicen que la clave está en los nuevos votantes. Lo mejor que podían hacer los partidos políticos era cerrar los bares, afterhours y seveneleven el sábado por la tarde, aunque para que la medida tuviera algún éxito, el bando municipal debería hacerse extensivo al viernes. Pero lo que más me gusta de los comicios son los carteles electorales. Molan. Es la única vez al año en la que ves a los políticos con esa expresión de indefensión que utilizan los hombres cuando tratan de llevarte al huerto. Parecen niños que se han perdido de camino a casa y suplican que un alma caritativa les ayude a encontrar a su mama. Qué me dicen de Carlos López Riesco con ese aire diez kilos menos por obra y gracia del ordenador. Tu futuro, nuestro compromiso. Se parece un poco al lema que aupó a Bill Clinton a la Casa Blanca. El cartel es correcto, sin estridencias, aunque echo de menos algo más casual, como el póster de Juan Vicente Herrera. Cuando no te pones corbata es que no tienes nada que esconder, parece decir desde el otro lado de la cámara. Además, es el nuevo estilo auspiciado por Rato. Para qué hablar de Tarsicio Carballo. El líder del PRB -por cierto, ¿quién más está en la lista?- parece sacado de la pelicula El milagro de P. Tinto. Por su fotografía se diría que está tratando de desentrañar el horario de autobuses para llegar al Ayuntamiento. El lema del cartel es «Para seguir defendiendo lo nuestro», y justo debajo aparece él, que es el animal político ponferradino en peligro de extinción. Y que decir de Fernando Valcarce. El bercianista se presenta a sí mismo como la alternativa de la comarca. Se nota que el marketing politico brilla por su ausencia, porque el candidato surge del fondo azul con una sonrisa ladeada en la que parece a punto de atacar a la primera chica que ha visto en la pista de la boite. Hay que sonreir lo justo, y sin abrir la boca. Cuando lo haces en demasía das la impresión de estar encantado de haberte conocido, mientras que dejar ver la dentición a medias es señal de desconfíanza en tí mismo y en los demás. Eso lo tiene muy claro el artífice del márketing socialista. Charo Velasco parece salida de alguna de las factorías made in Hollywood. Perfectamente pintada, vestida y peinada, deja que la foto suspire/respire por la banda izquierda. Una de las cosas que mas me ha llamado la atención es que en la mayoría de los carteles del PSOE, las manos aparecen como uno de los elementos protagonistas. Me gustaría saber si se trata de hacer a los candidatos más humanos -ya saben eso de que el hombre/a lo es por las manos-, de aportar dinamismo a la imagen, o de demostrar que las tienen limpias.

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