Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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EL TAL MOORE, ascendido a capitán por la heroica virtud de la paciencia que demostró siendo durante quince años secretario de Dalí, ha consumado su venganza. Vendió en París casi todos los presuntos dalís de su colección, por un valor, mejor dicho, por un precio, de 4.571.233 euros. Nada le importó a quienes pujaron en la subasta que el llamado capitán Moore tenga fama de capitán pirata y que se siga contra él una causa, que juzgará la Audiencia de Barcelona después del verano. Hay gente rica que quiere tener un Dalí y les parece lo de menos que sea verdadero o falso. El prodigioso dibujante y apreciado pintor, como todo el que juega a fantasma, acabó siéndolo. La leyenda dice que en la última etapa de su teatral vida, ya muy enfermo, le hacían firmar en la cama, a pie de página y a la derecha, grandes cartones impolutos. No sabía ya lo que hacía, pero entre las últimas cosas que hizo, fue decirle al médico que se acercara más porque no le oía. Cuando lo tuvo a su alcance, le arrancó las gafas y se las machacó. Pocos días después se murió firmando autógrafos sin destinatario. ¿Serán algunos de esos pliegos los que se han vendido en la subasta del hotel Dassault de París? Hay motivos para sospecharlo. La Fundación Gala-Dalí no acudió a la puja y acusa a Moore de falsificación. Cuando conocí a Dalí me pareció un payaso convulso. No hablaba más que de los ojos poliédricos de las moscas y de la estructura de la coliflor. Afirmaba que eran las dos cosas que más le preocupaban en ese momento. Yo era joven, o casi, en aquel momento, pero ya viejo para que me epatara un tipo engolado y espasmódico, por muy célebre que fuese. Le pregunté si no tenía otras cosas que decir y me miró como para fulminarme, cosa que por cierto no consiguió. Está claro que quien quiera tener un Dalí, si además tiene algún dinero, va a tenerlo, aunque no lo haya pintado Dalí. Las paredes no se enteran y muchos críticos de arte tampoco. El caso es presumir.

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