Diario de León

TRIBUNA

Divagaciones de un jubilado cascarrabias

Publicado por
VENANCIO IGLESIAS MARTIN
León

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AHORA que ha aparecido esa situación de júbilo por la que te llaman jubilado entras de una manera decidida en lo que eufemísticamente se llama la tercera edad, un estado sobre el que gravita algo horrible que yo llamaría compasión social. Entiendo por ello un sentimiento de compasión individual que comparte mucha gente... más joven, claro. A los jubilados también se les llama mayores, aunque no todos los mayores son jubilados, ni todos los jubilados son mayores y la educación se encarga de animar al respeto que se debe tener a los mayores. No está mal. A ver si por los guajes me tienen un poco de respeto y reverencia. A partir de ahora podré hacer excursiones con la gente de mi edad en hoteles más baratos y con comida más barata y siempre en temporada baja, y tendré derecho a una guía o animadora para gente de cultura media. Y haré nuevas y viejas amistades. ¡Hola! ¿Te acuerdas de mí? ¡Estudiamos juntos en bachiller! ¡Ah, es verdad! ¿Cómo te llamas? Sí, Carmen del Valle, ah, sí. Es verdad ¿Dónde está aquella gracia inocente recién salida de la infancia? Hola, soy Marisa. ¿Te acuerdas? Marisa está viuda, tiene seis nietos, -tan graciosos- No puedo decir que haya engordado, porque no conozco momentos más cercanos de su vida y realmente hay un salto enorme de la juventud a la tercera edad. No puedo decir que haya engordado y sin embargo está gorda y se está haciendo pruebas porque no acaban de encontrar lo que tiene. ¡Hum! ¡Esas cosas de las mujeres! -Por tranquilizar a mi lejana amiga, le miento sin ningún pudor: - Uy, hasta que dieron con que lo mío era de próstata... pero me la quitaron y estoy estupendamente. El bufet del hotel... Un anciano que va delante llena su plato hasta los bordes, jamón salado, (en los hoteles saben que muchos ancianos no deben tomar sal en su dieta y ponen el peor y más salado) huevos revueltos, tostados, un café infecto, suizos, zumo de naranja de botella y como, a pesar de ser una oferta de las de todo a cien, todo le parece caro, el buen hombre asegura a su mujer: - Se lo voy a sacar a diente. -¡A ver si te va a sentar mal! - le dice ella. Mira que nos vamos de excursión y ya sabes que tú andas siempre un poco suelto del vientre. -Es igual: que esperen por mí. Mi amigo Ulpiano me dice: -Deberías entrar en el club de los sesenta. Los viajes son más baratos durante algunos días de la semana, y hacemos fiestas donde tenemos la música y los bailes de nuestra época- Nosotros nos hemos apuntado a un viaje al museo del Prado. Yo le juro por Dios que no sé cuál es nuestra época. No sé qué costumbre majadera hace hablar de esa forma refiriéndose a una determinada etapa de la vida. ¿Pero es que tienes nostalgia de la juventud? ¡Horror! Si lo que se pierde con los años es lo más tonto de la juventud: la puerilidad, la superficialidad, la irresponsabilidad, los sentimientos banales, la hipertrofia de las emociones y los dolores que provocan... No. Hombre la juventud es una conquista que nadie, ni nada puede quitarte. No vayas a caer en la tontería y en el papanatismo idiota que los media nos sirven como plata de la casa. ¡Qué hincheta de juventud con que los medios de comunicación nos aburren! Todo esto lo pienso y abro la boca como un tonto y contesto a mi amigo: -Ahora que no tengo muchas ganas de ir a ninguna parte, ahora que miro hasta con hostilidad el consumo de «cultura» me abaratan los transportes y la cultura. Así que corto con una idiotez garrafal: -Yo ya he visto el museo- y pongo cara de analfaburro. La vejez tiene la gracia que no tienen las otras edades y es que las incluye a todas pero dotándolas con lo de que cualquiera tiempo pasado fue mejor. Pues sería mejor, pero yo particularmente dudo que un anciano que ha vivido intensamente la segunda mitad del siglo pasado, desee volver a cualquier etapa anterior, ahora que el estado de bienestar parece funcionar. Al menos en mi caso... Lo que sí se lamenta es una cierta creciente debilidad física. El cuerpo pesa mucho más que el alma; se entumece más en el descanso; resiste peor los cambios climáticos y tiende a una mayor lentitud en sus movimientos evitando los bruscos; aumenta la inseguridad allí donde hay que mantenerse en equilibrio inestable, es decir, siempre. Eso por no aludir a los cambios internos que detectan los análisis. Pero a mí lo que me ha puesto en situación de desasosiego son dos pecas grandes que me han salido en el dorso de la mano derecha. Con lo orgulloso que estaba yo de mis manos. Aunque me queda una izquierda juvenil... ¡Viva san Carlos Marx1 ¡Viva San Pablo... Iglesias! En cuanto a las ideas... Es curioso. Me gusta escuchar a viejos profesores. Los nuevos investigadores me enseñan poco cuando me enseñan algo. Siento debilidad por el maravilloso gesto cascarrabias de Gustavo Bueno cuando, con poco fundamento, se pone en duda la verdad pequeña o grande, pero siempre hermosa que él fundamenta cuidadosamente. Pero me aburre el mercadillo del libro y prefiero las vanguardias literarias: Quevedo, Cervantes, Lope, Baroja, Rulfo y algunos americanos... ¿porqué será? Me horroriza el premio Príncipe de Asturias regalado a la pánfila de la Rowling. La Rowling y sus tonterías de magia para idiotas, me recuerda a algunas maestras que hablan a los niños en diminutivos imitando el lenguaje de los propios niños. ¿Que ha estimulado la lectura en los niños? Lo que ha estimulado es la compra de libros para niños con un diabólico sentido del mercado. ¿Acaso no ocurre lo mismo con la Coca cola o los McDonalds? ¿Cuántas fiestas infantiles de cumpleaños y concordia no se celebran en McDonalds con grandes vasos de Coca cola? El jurado del premio debería recibir, él mismo, el premio Príncipe de Asturias a la tontería y a la docilidad mediática. ¿Sabes lo me pidió mi niño? Un libro de Harry Potter. ¿Pero sabe leer? No, sólo tiene cuatro años. Ni compran todos los que leen, si se lee todo lo que se compra. Pero ¿han hecho, siquiera, algún estudio estadístico de los lectores infantiles? ¡Anda que no hay gente trabajando en la pobreza de las ONG; Eso sí que es concordia! ¡La Rowling! ¡Anda que no ha escrito nonadas la Rowling! Y anda que no hay maestros que trabajan en el más pavoroso silencio y en el olvido más miserable y que lo merecen antes que ella. Pero a los maestros que se dejan la piel enseñando a leer les dan un sueldico para pan y mierda y una sonrisa de agradeciéndole los servicios prestados. Ellos enseñan a leer, en cambio la Rowling ¡ha estimulado la lectura y la concordia! ¡Toma ya! Príncipe de Asturias a los maestros, hombre, Areces, que no te enteras.

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