Diario de León
Publicado por
RAFAEL TORRES
León

Creado:

Actualizado:

SE CUMPLIERON ayer cien años del primer vuelo a motor y todavía los físicos no se ponen de acuerdo sobre por qué demonios los aviones se mantienen en el aire y no se caen, salvo cuando se caen. Hace un siglo, en efecto, dos simpáticos y perseverantes hermanos de Ohio, Wilbur y Orville Wright, consiguieron que un artefacto de su invención, provisto de un motor de 12 caballos, se elevara en el aire tras tomar carrerilla en una playa de Carolina del Norte, inaugurando de esa forma tan simple nada menos que una nueva era, la de la aeronáutica, que en apenas cien años ha revolucionado la vida, pero también la muerte, del género humano. No diré que el invento del avión no haya sido un buen invento, pues sobre materializar un viejo sueño del hombre, el de volar, ha permitido acortar distancias y, en alguna ocasión, aliviar el sufrimiento de una comunidad en apuros merced a la llegada de socorros por el aire, pero sí diré que, a la vista de cómo y para qué se ha utilizado fundamentalmente la aviación, los que no somos un buen invento somos nosotros, sobre todo los seres humanos con poder y sin corazón. Los beneficios que nos ha reportado la aeronáutica se empequeñecen ante los enormes perjuicios que, por su nefasta y torcida utilización, ha generado, toda vez que su uso militar ha permitido saciar la sed de mal de hombre exterminando a sus semejantes como nunca, ni en sus más tenebrosas pesadilla, había soñado. De Madrid a Gernika, de Varsovia a Coventry, de Hamburgo a Tokio, de Hiroshima a Nagasaki, de Vietnam a Irak, el cielo ha sido una esclusa que ha arrojado sobre la tierra, sobre las cabezas de los inocentes sobre todo, torrentes de fuego, muerte y destrucción. Por eso no sé si alegrarme del invento, hace ya cien años, del avión. Me aflige la certidumbre de que trajo nuevas y revolucionarias ideas de matar más.

tracking