Diario de León

DESDE LA CORTE

La máquina de la verdad

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FERNANDO ONEGA
León

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LAS CIENCIAS siguen avanzando una barbaridad. Currantes, preparaos: acabo de leer que el detector de mentiras está siendo incorporado por las empresas. Lo utilizan para seleccionar al personal, para hacer evaluaciones, o incluso para saber si consumen droga. No es ético, es un atentado contra la intimidad, pero quien comercializa esas máquinas infernales disfruta de una enorme ventaja: no hay ni una sola ley que prohíba tales prácticas, que hubieran encantado a Sadam Huseín y, no nos engañemos, a algún político español deseoso de verse rodeado de leales incondicionales. El gran hermano de Orwell se quedará pequeño ante estas avanzadísimas formas de controlar al asalariado. Espero que el miedo a los sindicatos impida que alguien tenga la osadía de someter a sus plantillas a esa humillación. Espero. Pero, ya que esa máquina existe y la ponen a disposición de tantos, dejadme decir que hay un sector en que se hace imprescindible: la política. Hoy sería muy útil para saber si, de verdad, el PP piensa meter a Ibarretxe o Atutxa en la cárcel; si alguien más comparte con Fraga la idea de que hay que pensar en el Ejército para garantizar la unidad nacional; si Maragall le ha prometido a Carod-Rovira poner las bases para la construcción del estado catalán; o si la oposición hizo el plante del Congreso por electoralismo o por indignación con las formas populares. Mirando a otros escenarios, en las sesiones de control al Gobierno, se hubieran evitado muchísimas broncas: consistirían solamente en ponerle la máquina a Aznar, si se deja, y así estaba definitivamente controlado. Imaginaos el Parlamento catalán: cuando Josep Piqué le pregunta a Maragall «¿está usted con la Constitución o no?», la maquinita se encargaría de dar la respuesta, y nos ahorraríamos todos los juicios de intenciones sobre la unidad nacional. Yo, si fuera agente comercial de la empresa que vende los detectores, me centraría en los partidos. Vienen elecciones y vamos a asistir a un festival de promesas. Dado que los contendientes son incapaces de saber si Rajoy piensa de verdad alcanzar el pleno empleo; dado que ignoramos si Zapatero piensa dimitir en caso de empeorar los resultados del PSOE; dado que es una incógnita el propósito de Artur Mas de respaldar al PP si lo necesita; y dado que dudamos quién vende peines u ofrece realidades, la máquina de la verdad lo despejaría todo. Claro que, ahora que lo pienso, he escrito estas ilusiones como si dudara de la palabra de los políticos. Y los políticos nunca mienten. ¿Verdad que no?

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