Imaz, sucesor de Arzalluz

HASTA el último momento las apuestas por ambos candidatos a la sucesión de Arzalluz, Imaz y Egíbar, estuvieron extraordinariamente equilibradas. Finalmente, Imaz se impuso en una apretadísima votación, al obtener el apoyo de los territorios de Vizcaya y Navarra. Ya es sabido que quien consigue la mayoría en un territorio acapara la totalidad de los compromisarios de ese territorio, por lo que Imaz conseguía los compromisarios de Vizcaya, Navarra y País Vasco francés a la asamblea general fijada para los días 17 y 18 de enero, que será el momento en el que se ratificará la sucesión. La pelea por la sucesión en la dirección máxima del PNV se había llegado a «recalentar» hasta niveles muy considerables cuando se supo que partidarios de Imaz habían filtrado, en perjuicio del adversario, Joseba Egíbar, que éste había mantenido conversaciones con la dirección de Batasuna y de ETA para negociar alguna forma de entendimiento mediante la cual hacer posible una gran coalición de fuerzas nacionalistas, PNV, EA y HB-ETA, en las elecciones del próximo mes de marzo. Esas filtraciones llegadas a los medios informativos en los últimos días añadían algunos datos más: primero, que alcanzar ese acuerdo supondría, con toda probabilidad, el anuncio de una tregua indefinida por parte de ETA. Y en segundo lugar, que la parte más abertzale, o más radical del nacionalismo, es decir, los batasunos y restantes proetarras, habían expresado con toda claridad que su candidato favorito era Joseba Egíbar, después de haber considerado varias circunstancias favorables a éste: primera, que fue elemento decisivo a la hora de constituir el Pacto de Lizarra, que vino a suponer el fin y la muerte apresurada del Pacto de Ajuria Enea y del espíritu de Ermua. Por virtud de esta componenda, terminaba la política y la estrategia del «todos contra ETA y sus socios de Batasuna», que estaba significando el aislamiento de los separatistas e independentistas en la sociedad vasca. Egíbar, calificado de buen interlocutor por los etarras, se había venido demostrando como una fuente de información privilegiada sobre las intenciones y los deseos de la banda terrorista, una circunstancia que lo hacía particularmente interesante al propio Arzalluz, el «padrino» de su candidatura.