Diario de León
Publicado por
RAMÓN MARÍA ALLER
León

Creado:

Actualizado:

EL CASO Parmalat ha servido para recordar que todavía quedan grandes empresas que mantienen unas cuentas cuajadas de miserias y embustes, asentadas en artificios contables y en variadas prácticas corruptas. En Estados Unidos, hace algo más de un año, al conocerse los primeros grandes escándalos financieros, se impuso un juego de la verdad que llevó a la cárcel no sólo a altos directos de importantes empresas sino también a renombrados auditores, un juego que tuvo la contrapartida de debilitar a un sistema que muchas veces se sustentaba en las trampas para generar y mantener la confianza de los inversores y, en consecuencia, de los consumidores. Ninguna economía es capaz de digerir constantemente el efecto devastador derivado de que la opinión pública se entere, repentinamente, de que algunas de las más importantes empresas, en cualquier continente, recurran de forma sistemática a falsear sus resultados, sin que nadie pueda sospechar el caso concreto hasta que, de cuando en cuando, se produzca un nuevo estallido estruendoso. Al trasladarse la desconfianza de los mercados de valores a las familias, éstas se vuelven más pobres y más pesimistas y cada integrante de la unidad familiar se ve obligado a apretarse el cinturón y reducir su consumo, unas actitudes que se mantendrán invariables hasta la recuperación de la confianza, aunque a la vista de cada nuevo descubrimiento parece difícil que la recuperación pueda producirse pronto. Mientras sigan apareciendo casos como el de Parmalat la crisis se mantendrá enquistada, sin que pueda descartarse incluso que se produzca un agravamiento.

tracking