Diario de León

DESDE LA CORTE

Lo que el Gobierno no podrá evitar

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FERNANDO ONEGA
León

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HACE unos días, un responsable del PP me confesaba su enorme tranquilidad ante la campaña electoral. Sólo tenía dos temores: a un atentado terrorista y a algún episodio desagradable de Irak. Estaba pensando, obviamente, en algún ataque con víctimas a las tropas españolas. Mi interlocutor no sospechaba, ni de lejos, que la guerra de Irak iba a irrumpir en campaña, pero de forma distinta: con la convicción de que Sadam Huseín no tenía armas de destrucción masiva y con la novedad de que Bush y Blair abrirían una investigación sobre lo que la izquierda llama «las mentiras de la guerra». Y ahí están ambas noticias: a 40 días de las elecciones. La oposición entiende que ésta es su oportunidad de meter la guerra en los mítines y de rehacer el bloque social que hace un año se manifestaba en las calles. El Gobierno, como también parece natural, se encierra en el principio de que ya lo ha explicado todo y no tiene nada que investigar. Ése es el nuevo debate en una precampaña que ya tiene más factores externos que discusión de programas. Objetivamente, es cierto que España no tiene por qué crear una comisión de investigación en su sentido literal. Ni tuvo información propia de los supuestos arsenales de Sadam, ni sus servicios de inteligencia parecen haber aportado ni manipulado ningún dato, como quizá ocurrió en EE. UU. y Gran Bretaña. El gobierno español se ha limitado a seguir los informes de otros y, entre ellos, de los inspectores de Naciones Unidas expulsados en 1.998. El pecado de nuestro gobierno no es haber elaborado unos datos, sino dar crédito ciego, sin dejar un resquicio a la menor duda. Mañana se cumplirá un año de estas contundentes palabras de Aznar en el Congreso: «Todos sabemos que Sadam Huseín tiene armas químicas y de destrucción masiva». Y las enumeraba: «más de 3.000 toneladas de percutores químicos, 300 toneladas de agentes químicos en bruto y 30.000 municiones especiales para esa guerra química». ¿Hay que responder ante la sociedad por esa seguridad contable? ¿Hay que justificarla? Hombre, yo creo que sí. Entre otras cosas, por éstas: porque hubo otros políticos españoles que nunca creyeron en la existencia de tan mortíferos productos; porque esas cifras no nos llevaron a un partido de fútbol, sino a una guerra; y porque, al no aparecer las armas, cae todo el sostén ideológico de la guerra preventiva. Podrá no hacerse una comisión de investigación. Pero hay algo que no podrán evitar los responsables del Gobierno: que se exijan responsabilidades por lo que empieza a presentarse como uno de los grandes errores de la historia reciente. O uno de los grandes engaños.

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