«Chulo de pueblo»

EL PERIÓDICO más influyente entre los serios de Alemania, que no es el de mayor tirada -ese cupo lo tienen en exclusiva los sensacionalistas-, ni tampoco es de izquierdas, el Franckfurter Allgemeinen Zeitung , calificaba hace unos días al ministro español de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, como «chulo de pueblo». Yo le identifico más como un púgil de nariz achatada por el intercambio de golpes. Encaja todo. Su mandíbula no es de cristal. Al final, su machacona capacidad induce al rincón contrario a arrojar la toalla. Ayer acudió a La Pola de Gordón para colocar la primera dovela e inaugurar -¿realmente había algo que inaugurar?- el comienzo de las obras del túnel por el que el Ave acortará las distancias entre León y Asturias. La Junta Electoral Provincial había prohibido el acto por entender que era pura propaganda. Pero el órgano superior, la Junta Electoral Central, al filo de la media noche, revocó la decisión, al aceptar el recurso interpuesto por el delegado del Gobierno en Castilla y León, Isaías García Monge. Otra vez más se confunde el partido, el Gobierno y el Estado. ¿En nombre de quién planteó recurso García Monge?. En el acto de ayer en La Pola de Gordón, con 72.000 euros de coste, estaban presentes varios candidatos que aspiran a sillón el próximo 14-M. Paso del ejercicio de derroche programado para mayor gloria de Álvarez Cascos en vísperas de su adiós. Prefiero echar la mirada crítica a Villaquilambre, municipio del alfoz en el que se ha escenificado el fracaso de las direcciones provinciales de UPL, PSOE y PP. De la leonesista por ser incapaz de evitar que se antepusieran los intereses del partido a los de su corregidor, Lázaro García Bayón; de la dirección socialista porque no hay un díscolo, Miguel Hidalgo, sino toda la agrupación local. ¿Ha existido alguna reunión para analizar la situación?. No me consta. Y de la dirección popular porque han pretendido que Villaquilambre fuera el desestabilizador del pacto en el ayuntamiento de León. El resultado final es estrambótico: pierden todos, con más acusados perfiles UPL y PSOE. Pueden argumentar que salvan lo principal, el pacto entre ambos en la capital, pero no tendrían que haber perdido nada. Si la UPL hubiera aplicado el sistema cremallera, o sea: detrás del uno va el dos, no estaríamos ante el estrambote del pacto PSOE/PP para garantizar la gobernabilidad del municipio. Un pacto que ya ha dejado cadáveres políticos en la cuneta, con la expulsión del próximo corregidor, Miguel Hidalgo, y sus cinco compañeros de Corporación de las filas socialistas. También en el PP el proceso de confección de candidaturas al Congreso y al Senado ha dejado cadáveres. El más notable ha sido Ángel Escuredo, secretario provincial azul. Ayer rompió su silencio. Anunció su dimisión como «número dos» del PP leonés y, entre líneas, culpó al presidente Juan Vicente Herrera, de su defenestración. Le cortó las alas por incómodo y reivindicativo, al tiempo que denunció el intervencionismo en la hasta ahora autonomía del PP berciano. Un intervencionismo que ni siquiera José María Aznar o Juan José Lucas, en sus tiempos de presidentes regionales, tuvieron la osadía de aplicar.