Alma política

ZAPATERO no está teniendo suerte en esta campaña, no señor. Cada vez que la realidad le permite sacar la cabeza, le crece una deslealtad. La que a mí, supongo que a él, y me consta que a muchos, más me ha preocupado, ha sido la obscena instrumentalización política que, en mi opinión, tan modesta como firme, ha hecho el PP del obsceno comunicado de ETA sobre su obscena tregua «solo» para Cataluña. Tan goloso era electoralmente el «caramelo» que hasta el sensato y decente Rajoy se sumó, bien es verdad que durante un brevísimo tiempo, a la, para mí, deslealtad institucional de Aznar de utilizar ese comunicado-bomba «contra» el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo. Imagino que ni en sus más locos sueños podía esperar ETA (ni yo) que el todavía presidente del Gobierno le diera semejante carta de naturaleza política, justo cuando apenas puede respirar. Con igual ánimo e idéntica convicción me gustaría añadir que, sin la deslealtad previa de Marag all, personal e institucional, a su líder y a su país, ETA no se habría apuntado este tanto. Si, como le pidió Zapatero, hubiera destituido a Carod en cuanto se supo lo de su entrevista con ETA, sencillamente no habría habido ocasión. Estamos en estas porque Maragall -érase un hombre a un sillón pegado- ha antepuesto su botín a la decencia. Con amigos como este, dispuestos a morder la mano que les acaricia, el líder del PSOE no necesita, ciertamente, enemigos. Que a las puertas de tus propias elecciones alguien a quien has respaldado hasta más allá de lo razonable en las suyas, como yo creo que hizo Zapatero con Maragall cuando le prometió apoyar la reforma del estatuto «que aprobase el Parlamento de Cataluña», te devuelva el favor echándote una mano al cuello, le parte el alma a cualquiera. Alma política, y Zapatero la tiene.