Diario de León
Publicado por
ESTHER ESTEBAN
León

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LAS LÁGRIMAS reales fueron eso, reales, en la verdadera acepción del término. Su dolor era el de todos y su tristeza compartida. Nunca la jefatura del Estado ha estado tan cerca de los ciudadanos y nunca en la historia de la democracia los españoles nos hemos sentido tan dolidos, tan conmocionados, tan unidos en torno a un drama de tal magnitud. Dicen que las lágrimas de la familia real fueron un bálsamo para aliviar el dolor para los familiares de los fallecidos. Esas imágenes del funeral de Estado quedarán en nuestras retinas para siempre, como quedará para siempre en la memoria de nuestra generación y las venideras el horror de esa matanza. Los familiares y amigos deberán pasar lo que los psicólogos denominan «el luto» y sin duda será difícil evitar la sensación de la soledad que provocan las siempre injustificables ausencias. La sociedad irá recuperando poco a poco la normalidad pero las secuelas de estos atentados durarán mucho tiempo. Lo importante ahora es que, cuando pasen estos momentos de emoción colectiva, las víctimas y sus familiares no queden desatendidos. Ahora será el Gobierno de Zapatero quien deberá hacer frente a cuantas ayudas de protección se han anunciado estos días, desde la concesión de permisos de residencia a los inmigrantes hasta las indemnizaciones a los familiares y en eso no sólo deben ser escrupulosos con los compromisos adquiridos por el anterior Gobierno sino autoexigentes. Se ha hablado de crear un único organismo administrativo que canalice todas estas cuestiones por encima de las competencias municipales, autonómicas o estatales y es una buena idea para evitar las siempre complicadas cuestiones burocráticas. Ya que desgraciadamente no podemos devolverles a sus seres queridos, al menos vamos a facilitarles las cosas para hacerles más leve la pesadilla de estas muertes inexplicables. La solidaridad expresada por millones de españoles ante esta desgracia ha de traducirse ahora en real, con la adopción de medidas prácticas para que no se caiga en el olvido. ¡Qué así sea!

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