Diario de León

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LOS PARTIDOS políticos son un mundo compuesto de muchos mundos. Observados por fuera parecen monolíticos, pero esa apariencia sólo se ajusta a la realidad cuando el partido observado está en el poder. Cuando controla la situación y algunos de sus dirigentes tienen la última palabra en el BOE. Lo hemos visto en el caso del PSOE. Antes de las elecciones del 14 de Marzo, no era infrecuente toparse en los periódicos con una crónica en la que se relataban las dificultades del entonces secretario general, Rodríguez Zapatero, para controlar a algunos de los barones del partido. Ahora, desde que es el presidente del Gobierno, el Partido Socialista es una postal de los lagos suizos. Todo es armonía y será un paseo el ya próximo Congreso del partido que está preparando Pepe Blanco. Armonía. Música de Mozart en el PSOE y tensión contenida. Música de Carl Orff en el PP. Cuando faltan tres meses para celebrar congreso, ya sabemos que Mariano Rajoy quiere tener una navegación tranquila y por eso le ha encargado el discurso programático al inquieto y prometedor alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón. Es una forma de aplacar olas en una ensenada creando mar gruesa en otras bahías del litoral del partido. Rajoy y Acebes quieren llegar a septiembre sin sobresaltos y confían en que la gente confíe en ellos tras haber acreditado el 13-J que pueden acercarse mucho al PSOE. Pero acercarse no es llegar y en el PP está tan reciente el aroma del poder abandonado que es mucha la nostalgia. Basta ver a Zaplana para comprender que la verdadera dureza de la política sólo se aprecia desde la oposición. Ignoro qué nos puede deparar el inmediato futuro, entre otras cosas porque está en marcha la comisión parlamentaria que habrá de investigar lo acaecido el 11-M y aledaños y no sé si de ahí podría salir alguna derivada que pudiera colocar en situación incómoda a alguno de los actuales dirigentes del PP, pero la previsión de su actual cúpula directiva es llegar al congreso con todo atado para salir de él plenamente confirmados. Probablemente, así será pero un congreso de partido, por definición, es un período de interregno que, aunque breve, puede abrir las puertas a las sorpresas.

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