Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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LOS ROJOS, esos piltrafillas necios y autocompasivos, nunca descansan y se han lanzado con furia de chacal a chapotear en el barro para tratar de sacarle las vergüenzas a nuestro antiguo presidente Aznar, ese hombre de moral impoluta y aspecto tan impecable que parece haber nacido con el nudo de la corbata recién hecho. Igual de desorientados que hippies sin guitarra, vienen ahora con la pamema de que el pueblo español en su conjunto va a pagar la medalla de oro que el Congreso de los Estados Unidos ha tenido la delicadeza de conceder al mejor político nacional desde los buenos tiempos de Lepanto, un estadista que ha logrado ser, simultáneamente, el arco, la flecha y la diana. Es cierto que pérfidos comunistas han lanzado a los cuatro vientos de Internet una especie de contrato espurio, pero precisamente la alteza de miras de costear galardones propios con dineros públicos y ajenos es lo que distingue a la civilización de la barbarie. ¿O no? Porque, sin dejarse llevar por la pasión, ¿quién reúne más merecimientos que este caballero adornado por las virtudes de los viejos hidalgos, ya que es pío, prudente y maduro, además de que toda su trayectoria pública es una loa a valores tan queridos por los americanos como la libre empresa y la masculinidad hosca y cejijunta? Abanderado de la causa de Dios al igual que su amigo Bush, las malas lenguas dicen que ya está ensayando la fórmula de aceptación del noble metal, algo así como «Gracias, Señor, por las hamburguesas de queso y el ketchup con colorantes», mientras se está buscando un hueco para colocar su retrato, más o menos entre los de Rambo y el Pato Donald. Diga que sí, don José María, acepte la medalla, pues ya dijo Marilyn Monroe en una situación semejante que «nunca llegué a odiar tanto a un hombre como para devolverle sus regalos».

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